Aunque sea ya septiembre, seguimos estando en verano, una estación en la que las temperaturas alcanzan su punto álgido, y pocas cosas hay más refrescantes que una sandía o un melón. Y en Almendralejo, esta tradición se mantiene viva gracias a vendedores como Fernando Javier Ramírez, que, de sol a sol, ofrecen estas frutas en la carretera.
Fernando, quien aprendió el oficio de su padre, se dedica a cortar y recoger la fruta desde primera hora de la mañana para luego venderla en su puesto hasta el anochecer. Sin embargo, el número de vendedores ha disminuido drásticamente con el tiempo. "Si antes se dedicaban 80, ahora se dedican cuatro", comenta Fernando. Recientemente, ha sumado a su equipo a Francisco López, un joven de la localidad, con quien comparte las largas jornadas. Juntos se turnan para sobrellevar mejor las altas temperaturas, trabajando en equipo para mantener viva esta tradición.
La clientela también ha cambiado; ahora son principalmente los vecinos de la zona quienes compran estas frutas frescas. María Luisa Preciado, una vecina, asegura que siempre se detiene para llevarse "una sandiita". Incluso los viajeros, como Alberto Benito y su familia, que se dirigían a Salamanca, no pudieron resistirse a hacer un alto en el camino para comprar melones a tan solo 90 céntimos el kilo.
La venta de melones y sandías en Almendralejo sigue siendo una estampa tradicional del verano, una muestra de la perseverancia de quienes mantienen viva esta costumbre a pesar de las dificultades, y de las altas temperaturas.