Hace casi un siglo, un 20 de junio de 1922, el bisabuelo del actual monarca, Alfonso XIII, viajó a Las Hurdes para conocer las condiciones bajo las que vivían sus habitantes. Lo hizo tras ser alertado por el doctor Marañón.
Ese día, el 20 de junio a las 18 horas, llegaba a Casar de Palomero, donde pernoctaría la primera noche. Lo hizo en una casa en la que desde aquel instante se paró el tiempo. Hoy convertida en museo, esta vivienda se mantiene igual a como se la encontró el monarca, por deseo expreso de la familia.
Un día después, el Rey siguió su camino por la comarca hurdana a caballo. Pararon en el río y protagonizó una de las anécdotas del viaje al bañarse en él completamente desnudo.
Alfonso XIII recorrió 150 kilómetros y casi una veintena de alquerías, finalizando el trayecto en Las Mestas. Dicen que el Rey no pudo con la probreza que vio. Muchas voces de la época tacharon el viaje de propagandístico, otros afirman que fue el principio del fin de la miseria y los hurdanos, lo siguen valorando enormemente.
Aquella visita real tuvo enormes efectos positivos. Por ejemplo, la creación del Real Patronato de Las Hurdes. Una iniciativa que permitió para mejorar la sanidad, la educación y las comunicaciones. de la zona. Avances que, junto al esfuerzo de los vecinos, han transformado la que fuera la comarca más pobre del país en una de las zonas más maravillosas de España.
Los reyes visitan este jueves Las Hurdes, un siglo después de que lo hiciera Alfonso XIII