La actriz Petra Martínez ha reivindicado el placer y la masturbación femenina en su discurso tras recibir el Premio Feroz a la mejor actriz por su papel en 'La vida era eso'.
Enfermedad nerviosa, crónica, más frecuente en la mujer que en el hombre, caracterizada por gran variedad de síntomas, principalmente funcionales, y a veces por ataques convulsivos. Es la definición que la RAE da histeria. Lo dice claro: más frecuente en la mujer que en el hombre. No por nada histérica tiene ese poso misógino en los insultos hacia ellas y casi no se usa contra ellos, que son histéricos solo a veces, y si acaso, dentro de una histeria colectiva.
La de la histeria es una historia machista y es la historia de la invisibilidad (una más) de la mujer y de su sexualidad. Petra Martínez, que se ha llevado el Feroz a la mejor actriz, por La vida era eso, ha dicho esta semana que está harta de que la sexualidad de la mujer en la tercera edad sea invisible. Que a los 77 años no solo hay orgasmos, sino que se buscan también, y a conciencia, a través de la masturbación. En el papel por el que se ha llevado el premio, ella se masturba ante la cámara y su compañera, Anna Castillo, también. Concha Velasco es otra de las actrices que lo ha verbalizado cientos de veces y esta semana, se han hecho varios reportajes sobre el asunto. Se hicieron también unos cuantos cuando se empezaron a verbalizar las palabras clítoris, orgasmo y liberación femenina, aunque tuvieran que ir todas juntas, en una misma frase y con satisyer de apellido. Se empezaron a descubrir, como si de un hallazgo arqueológico se tratara, porque están y existen desde siempre, pero permanecían ocultas.
La histeria, la masturbación femenina y los orgasmos
Y ahora que hemos llegado al tercer párrafo de este artículo ¿qué tienen que ver los orgasmos y la masturbación de las mujeres con la histeria y las histéricas? Pues mucho más de lo que parece a simple vista. Tienen que ver con la etimología y sobre todo, con el desconocimiento o el poco interés por conocer el cuerpo y la sexualidad de la mujer desde el principio de los tiempos. En Grecia, de donde heredamos este pensamiento que, a veces, tanto nos pesa, se creía, por ejemplo, que matriz (útero) y vagina, eran lo mismo: ninguna distinción. Y que, si una mujer sufría de sofocos, irritación, nervios y ahogos, era por algún tipo de disfuncionalidad en esos órganos.
En griego, matriz (útero) se dice ὑστέρα, hyaterá, y la histeria era, en su origen, la enfermedad de la hyaterá o matriz
En griego, matriz (útero) se dice ὑστέρα, hyaterá, y la histeria era, en su origen, la enfermedad de la hyaterá o matriz. Si la mujer tenía los síntomas descritos arriba, eureka: podía ser perfectamente una histérica. E inventaron, claro, formas de diagnosticarlo y de curarlo; todas relacionados con provocar orgasmos para ver si el útero funcionaba o no. Parece una locura creer que el orgasmo está relacionado con el útero, pero a juzgar por la concepción de las relaciones sexuales en la actualidad, tampoco tiene por qué resultarnos tan extraño. Seamos sinceros: el clítoris es casi un neologismo en las conversaciones de hoy en día.
El diagnóstico de la histeria era por aquel entonces sencillo. Volvamos a los síntomas: si una mujer tenía sofocos, sensación de ahogo y estaba irascible, se acudía al médico y el médico intentaba provocarle un orgasmo. Es importante no confundir la búsqueda del orgasmo por parte del doctor con la búsqueda del placer. Se trataba de comprobar única y exclusivamente si la mujer funcionaba a nivel reproductivo, es decir, si era correcta. Lo que prescribían médicos como Galeno y Avicena en el I d.C. era lo siguiente: que el doctor mojara su dedo en aceite y lo introdujera en la vagina, sobre todo en caso de solteras y viudas, y así, provocarles el orgasmo. Si la mujer con síntomas de histeria tenía pareja, en cambio, se prescribían el coito o la masturbación dentro de la pareja.
Los médicos Galeno y Avicena prescribían que el doctor mojara su dedo en aceite y lo introdujera en la vagina, sobre todo en caso de solteras y viudas
Con el dedo y el aceite, se intentaba llegar no sabemos si hasta la boca o hasta dónde, porque Platón, atención, decía que la matriz era “un animal que vive dentro de un animal con el deseo de tener hijos" y que cuando permanecía mucho tiempo estéril "se indigna, se desplaza por el cuerpo, bloquea la garganta, genera sofocos, ahogo" y en resumen, histeria. Siendo el jaleo monumental, la conclusión era, sin embargo, rotunda: si una mujer llegaba al orgasmo, se deducía que funcionaba como máquina de reproducción y que estaba sana.
Si no llegaba al orgasmo, quería decir que era incorrecta y que estaba enferma. Era una histérica, porque según los griegos, orgasmo y capacidad reproductiva estaban asociados. Y se siguió pensando hasta el siglo XIX.
Se podría continuar este artículo reflexionando sobre por qué las mujeres han estado durante tantos siglos simplemente y llanamente concebidas (y lo siguen estando por tantos) como máquina reproductora de seres humanos. Podríamos incluso hablar de la violencia obstétrica contra esas máquinas de reproducir. Y sobre cómo esa cosificación ha invisibilizado la capacidad y el derecho de la mujer a sentir el placer por el placer en el sexo. Y podríamos continuar luego, analizando el sufrimiento que infringe esa creencia, la de “valer para ser madre”, en las mujeres que no pueden serlo. O en la presión e incomprensión que padecen las que, por decisión propia, no quieren serlo. Pero será suficiente con poner punto final aquí, recordando que la masturbación y los orgasmos de las mujeres son y existen a todas las edades, también a los 77 de Petra Martínez. Pueden llamarnos, si se quiere, histéricas del placer. Acertarán más que Platón y los griegos, eso seguro.