En El Bronco, municipio cacereño de apenas 40 habitantes censados, sus vecinos se tienen que reunir en la calle a falta de un bar donde disfrutar de un café, una cerveza o unas migas.
El último bar funcionó hasta hace unos años y el más de cercano está a tres kilómetros y medio.
Tampoco tienen tienda. Para comprar el pan deben ir hasta Santa Cruz de Paniagua, localidad de la que son alquería.
Antes de que la emigración vaciara el pueblo, El Bronco tuvo comercio y hasta cinco bares.