3 Agosto 2024, 13:02
Actualizado 3 Agosto 2024, 13:10

El gran mosaico de Medusa y los rostros del Turuñuelo nominados a 'Mejor descubrimiento o hallazgo histórico nacional' en los I Premios de los lectores +Historia de la revista National Geographic. Estos premios de nueva creación "desean reconocer la divulgación y promoción de la historia, el patrimonio y la cultura". La lista completa de los nominados se publicará en la revista 'Historia Natural Geographic' del mes de septiembre. 

Medusa

Medusa y pavos reales; peces y motivos geométricos. Todo en un gran mosaico de tesela de colores. Este es el resultado de las últimas excavaciones en la Huerta de Otero que realizaron los alumnos y alumnas y trabajadores de la Escuela Profesional Barraeca II del Ayuntamiento de Mérida. Para el director del consorcio, Félix Palma, el yacimiento "es de un carácter excepcional por el nivel de conservación que tienen los restos y, sobre todo, para el aparato ornamental que decora la vivienda tan bien conservada: no solo el mosaico de la medusa sino también pinturas y motivos escultóricos". 

La aparición de la imagen de Medusa es típica en los pavimentos musivos del siglo II d. C. como signo de protección de los habitantes de la domus.

Caras del Turuñuelo

Tras 26 siglos bajo tierra, los arqueólogos encontraron estas cinco cabezas, dos de ellas de mujer, otra de un guerrero y otras dos que están por identificar, en el yacimiento del Turuñuelo, en Guareña. Son del siglo V antes de Cristo y de extraordinaria belleza.  Probablemente las esculpiera un artista oriental siguiendo el ideal del canon griego, pero su valor no es incalculable solo por eso, sino porque son únicas en el mundo. Y porque revolucionan el estudio sobre Tarteso al cambiar la historia del arte antiguo. Es decir, porque son cinco caras que cambian la historia.

Nunca antes habían aparecido, en ningún sitio, piezas que nos dijeran qué cara tenían, qué facciones presentaban los miembros de esa civilización prerromana. Pero tampoco sabíamos que esta civilización esculpiese a sus dioses: siempre se había pensado que era una civilización anicónica, es decir, que no representaba a sus divinidades a través del arte: "Pero no, nos hemos encontrado que, un poco antes de la Dama de Elche, ya se hacían este tipo de esculturas", explicaba entonces Sebastián Celestino, codirector del yacimiento. 

 

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