Álvaro Albiach en los ensayos
Llegó con una orquesta maltrecha, herida en lo económico (su ex gerente acaba de ser condenado) y tocada en lo psicológico, que es como decir en lo musical. Creó una Comisión Artística para contar con los músicos y se va siendo querido (cosa que no pasa casi nunca: normalmente, los directores salen de mala manera y las Sinfónicas no quieren verlos más). Han grabado bandas sonoras, han participado en dos óperas en el Festival de Teatro Clásico de Mérida (Salomé y Sansón y Dalila), han actuado con cantantes de pop y de rock y, además, se ha solidificado un programa didáctico, han nacido las Orquestas Infantil y Juvenil de Extremadura y se comenzó un programa piloto en un centro de difícil desempeño para dar clase a los alumnos y facilitarles instrumentos de cuerda (todo bajo el programa "Afinando"). Pero también han estrenado obras de compositores contemporáneos, han contado con los mejores músicos del panorama nacional e internacional que se podían permitir y han colaborado todos los años con el Festival Ibérico de Música.
Grabaron, para Sony Music, la integral de las obras de José Zárate, The future heritage. Ha impulsado la carrera musical de varios jóvenes: creó la figura de director asistente en la Orquesta y ha programado a jóvenes valores, como la violinista Roxana Wisniewska, a la que se han llevado ahora a la Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín: un tercio de los músicos de esta Orquesta procede de este centro educativo.
Todo apunta a Mahler
Mahler iba a ser su último concierto de temporada, con la Orquesta de Extremadura y la Orquesta Joven encima de del escenario, a lo grande. Una pandemia lo malogró. Ahora lo interpreta, en una adaptación con menos músicos, pero como un símbolo. Es el arreglo para orquesta de cámara de Klaus Simon. Será el viernes 11 de junio a las ocho de la tarde en el Palacio de Congresos de Badajoz.
Y se irá.
Seguirá ligado a la Orquesta.
Es coherente que el Festival Ibérico de Música haya elegido (lo ha hecho su director, Javier González Pereira, que preside la Sociedad Filarmónica de Badajoz) la Séptima de Mahler, la menos interpretada de sus sinfonías, porque Albiach siempre ha buscado, en los compositores clásicos, obras que la Orquesta de Extremadura no hubiera ejecutado nunca o que no se programaran demasiado. Así se hace público, así se educa el oído, así se amplía la visión.
Se la conoce también como Canción de la noche.
En Historia de la Sinfonía, se dice: "Después de múltiples escenas contradictorias, en las que se mezclan la oscuridad con la luz, las ideas siempre contrapuestas de Mahler, se llega a un resplandeciente final acompañado por campanas y cencerros, indicando que al término del viaje, puede que el hombre no lo haya perdido todo, que aún le queden esperanzas. Puede sobrevivir a este viaje a través de la naturaleza y el amor".
Tras él quedará mucha parte de la historia del Festival Ibérico de Música. Albiach dirigió desde el principio con la Orquesta allí: en 2013, el Grupo Instrumental del Festival Ibérico de Música en La Canción de la Tierra, de Gustav Mahler, con la mezzosoprano extremeña Elena Gragera y al tenor José Ferrero. Ha dirigido zarzuelas, como El barberillo de Lavapiés, Luisa Fernanda o Sorozábal y Torroba: la estrella y el payaso. Y se ha puesto al frente de conciertos con enormes solistas: Alexei Volodin, Maxim Rysanov. Patricia Kopatchinskaja.
Si Javier González Pereira no existiera, habría que inventarlo.
No saben ustedes lo maravilloso que es escucharlos hablar de música. A ellos dos, a Esteban Morales (percusionista sobre todo, pero también gerente de la Oex), a Krzysztof Wisniewski (que ha sido concertino de la Orquesta extremeña en numerosos conciertos), a Jaume Santonja o Jorge Yagüe (dos de esos jóvenes directores asistentes), a Andrés Salado...
Andrés Salado vendrá después.
Pero esta es otra historia (aunque sea la continuación de la misma: la de una formación que es un ave fénix) y será contada en otra ocasión.