El 'Niño de la Ribera', atendiendo a Canal Extremadura durante el homenaje que le tributaron en 2015 en el Gran Teatro de Cáceres.
Simón García Bermejo, 'Niño de la Ribera', ha fallecido en Cáceres a los 86 años de edad. Nacido en la década de los 30 en la cacereña calle de Camino Llano, se convirtió en la figura más representativa de los cantaores extremeños que permanecieron en su tierra.
Su apelativo procede de cuando alegraba por fandangos en el lavadero que su padre tenía en la Ribera del Marco. Siendo todavía pequeño, a los 11 años, cantaba en las reuniones de Acción Católica y se subió incluso a las tablas del Gran Teatro en brazos del gran 'Polito'.
En esos años mozos, Simón García recibió el espaldarazo definitivo en la turné que inició por los concursos radiofónicos de cante de la época, que le hicieron muy popular.
Fijo de la Semana Santa cacereña
Con su entrega y capacidad pronto se le abrieron las puertas del arte jondo y en Semana Santa cantaba saetas extremeñas desde el balcón de su hermana en la Plaza Mayor de Cáceres.
Ya en 1975 compartió cartel con las figuras más importantes del flamenco de la época. Ese año, en el I Festival de Arte Flamenco de Cáceres, compartió escenario con Fosforito, José Menese, Pansequito, Calixto Sánchez y el guitarrista José Cala 'El Poeta'.
Además del cante, Simón García fue un apasionado de la tauromaquia, y combinó siempre los jaleos y las seguiriyas con el capote y las banderillas. No en vano fue presidente del Club Taurino de Cáceres desde 2012, uno de los más antiguos y numerosos del país.
Homenajeado por compañeros en 2015
En 2015, el 'Niño de la Ribera' recibió un merecido homenaje en Cáceres en el marco de un encuentro regional de artistas y asociaciones del flamenco extremeño. Cándido de Quintana, Felipe Lara, Pedro Cintas, Raquel Cantero, Celia Romero, Paco Dávila, El Madalena, Eugenio Cantero, Juan Corrales, Tacones, Mara Alegre (su discípula), Nane Ramos, Fefo o Jorge Peralta fueron algunos de los que le acompañaron.
Según el flamencólogo Antonio Alcántara, bebió de la tradición flamenca pura y recorrió imparable Extremadura, cantando en sus peñas. Pero también paseó el nombre de Cáceres y la región por todo el mundo. Su prodigiosa voz le llevó a cruzar el charco y pisar escenarios en Costa Rica.
"Solo nos queda alegrarnos por el legado y la lucha por este arte que realizó durante su vida", señala Alcántara.