Este lunes se inicia en Portugal una nueva huelga de transportistas de mercancías peligrosas. Un paro que llega 4 meses después del anterior, y que va a tener consecuencias en el abastecimiento de combustible, pese a que en los últimos días el Gobierno luso está intentando paliar su impacto. De continuar la movilización, la situación de emergencia energética se prolongará al menos hasta el 21 de agosto.
La anterior huelga causó problemas para abastecer a los aeropuertos y al transporte público, y cientos de gasolineras se quedaron sin carburante en todo el país. Tras no fructificar las negociaciones, los sindicatos convocantes, el Nacional de Transportistas de Mercancías Peligrosas y el Independiente de los Transportistas de Mercancías, han optado por mantener los paros.
Exigen a la patronal del sector, Antram, que reconozca las subidas de sueldo para los transportistas, como se estipuló en el acuerdo firmado tras el paro de abril. El Ejecutivo luso ha puesto en marcha medidas para reducir los efectos de esta nueva huelga: habrá servicios mínimos del 100% en aeropuertos, puertos, servicios de seguridad, bomberos y emergencias médicas; del 75% en el transporte público; y del 50% para suministro general. Portugal tiene reservas de combustible suficientes para 3 meses, pero habrá dificultades para transportarlo a los puntos de abastecimiento.
El primer ministro, António Costa, reconoce que la huelga que hoy comienza afectará a la actividad cotidiana. Si los servicios mínimos no se cumplen, militares y agentes de las fuerzas de seguridad conducirán los camiones cisterna. Las autoridades podrían tener que intervenir para garantizar que se prestan los servicios esenciales.
En los últimos días, las ventas de combustible se han duplicado con respecto a lo habitual en estas fechas. Y son muchos los portugueses que se acercan a repostar a gasolineras españolas, donde -por otra parte- los precios son más bajos que en su país.