Un equipo de 80 militares de la Brigada Extremadura XI, con sede en la Base General Menacho de Bótoa, colabora desde mediados de este mes con el Servicio Extremeño de Salud para hacer el seguimiento de los positivos y contactos estrechos COVID-19 activos en la región.
Tras completar una formación específica, se encargan de vigilar que los pacientes evolucionan bien y cumplen el protocolo de la cuarentena. En estos momentos hacen un seguimiento a cerca de mil extremeños, pero desde que comenzaron su labor acumulan un control de unos 1.500.
Trabajan en tres salas preparadas con teléfonos, ordenadores y conexión a internet, y sobre una base de datos de pacientes que previamente les ha comunicado el SES. Cubren toda la semana con turnos de diario y de fin de semana, y liberan de trabajo así a los profesionales sanitarios de Atención Primaria.
Llamadas cada 48 horas
La labor de este equipo militar de 80 rastreadores se enmarca dentro de la Operación Baluarte, con la que el Ejército presta distintos servicios en toda España a petición de las autoridades políticas y sanitarias. De esta manera, militares de otras bases también hacen seguimientos similares en otras comunidades autónomas.
El seguimiento se realiza a través de llamadas telefónicas periódicas, cada 48 horas, que garanticen que, al menos, se contacte durante la cuarentena 3 ó 4 veces con el positivo o contacto estrecho de COVID-19.
Un enfermero y un psicólogo
Cada turno de trabajo cuenta con un enfermero y un psicólogo militares. No están permanentemente en las salas donde se encuentran los rastreadores pero sí están disponibles en cualquier momento.
Ofrecen apoyo técnico-sanitario y emocional a los rastreadores, resolviendo dudas sobre procedimientos, cálculo de cuarentenas, habilidades sociales para empatizar con los pacientes o formas de relajar tensión en situaciones más estresantes.
