Esta vez, el rechazo es definitivo. La justicia europea lleva ocho años advirtiendo que los acuerdos agrícolas entre la Unión Europea y Marruecos no deben afectar al Sáhara Occidental, y en esta ocasión la sentencia es firme.
La consecuencia directa es que habrá que volver a pagar aranceles por comprar en España el tomate cultivado en los invernaderos de los desiertos del Sáhara y, por tanto, esas importaciones se encarecerán.
El tomate de saharaui compite con el de zonas como Almería, pero no con el tomate para industria extremeño. Aún así, las organizaciones agrarias lo celebran porque debilita un acuerdo comercial con Marruecos que siempre han criticado.
En el tratado comercial con Marruecos sí que facilita la importación de ciruelas, melocotones o nectarinas marroquíes, más baratas que las extremeñas porque, insisten desde la región, allí tienen salarios más bajos, menos requisitos ambientales y más subvenciones públicas.
El Tribunal Europeo da un plazo de un año para hacer cumplir el acuerdo con el Sáhara. Doce meses para comprobar si el comercio agrícola entre España y Marruecos se rompe o vuelve a reforzarse esquivando a la justicia.