El campo está prácticamente seco, no hay hierba y el agua de las charcas empieza a escasear. Alimentar y dar de beber a los animales es cada vez más difícil, y caro. A la falta de agua y alimento para el ganado se suma, además, el elevado precio del forraje.
Los ganaderos y mayorales de la región afirman que la sequía está haciendo que este año lo estén pasando peor que ningún otro. Lo sufren en sus carnes y también en el bolsillo. Algunos han conseguido guardar reservas de agua para momentos como este, pero también se están acabando. "Estamos tirando de una charca, pero agua para cuatro o cinco días", asegura Ángel Pérez, mayoral. "Si no, tendremos que pensar en mudar el ganado", sentencia.
El suelo, como el asfalto
Además, el ganado está empezando a notar sensaciones propias de pleno mes de julio que no le vienen bien. La pezuña de los toros está gastada, porque el suelo es, ahora, como el asfalto, afirman. Una situación que también va a afectar al número de cabezas que salgan al mercado el año que viene. Y a menos oferta donde elegir, se espera que suba el precio también de cara al consumidor. Un panorama que los profesionales advierten que es inédito pues, aseguran, que siempre ha llovido algo en abril.