La subida energética multiplica la factura de la luz y asfixia al pequeño comercio. Muchos negocios tienen dificultades para hacer frente a este gasto a final de mes y algunos empiezan a ser inviables. Una situación que sus dueños viven con agonía porque ven que tiene pocos visos de mejorar. Hoy se registra una nueva subida y esto, dicen, empieza a ser insostenible. Las continuas subidas del precio de la electricidad les han llevado a ir buscando medidas de ahorro, mucho antes de que lo decretara el Gobierno.
Paulino Parra, por ejemplo, que tiene una tienda de congelados, antes nunca desenchufaba los cinco mostradores expositores. Ahora los vacía cada noche, pasa la mercancía a dos arcones que consumen la mitad y, además, consigue bajar la temperatura del local unos diez grados, lo que hace que al día siguiente tenga que tirar menos de aire acondicionado. "Aún así, estamos pagando más que hace un año. Menos consumo, pero más gasto", asegura.
Sin aire
Esther Luján ha decidido cerrar su peluquería por las tardes este mes de agosto, "me resulta más rentable que abrir para pocas clientas o estar esperando que entre alguien con este calor". Y es que este año, a diferencia del anterior, no conecta el aire acondicionado salvo cuando es imprescindible, "cuando están todos los secadores conectados y hay tres o cuatro clientas", aclara. Y aún así, asegura, está pagando en torno a 100 euros más cada mes.
En el café bar La Moncloa han cambiado durante los últimos meses las máquinas más antiguas para que gasten menos energía. A pesar de eso, explica Vicente Pinilla, su dueño, "la factura ha subido en un 60 ó 70 por ciento. Eso para los pequeños negocios es muchísimo dinero. Al final, tenemos que subir los precios", aclara.
Son pymes y autónomos que van sorteando, como pueden, subida tras subida. "Después de 40 años, no puedes rendirte", dice Paulino. "Esperando cada mes a ver si mejora la cosa", apunta Esther. "Es una vuelta de tuerca más, que a algunos negocios que no tengan una buena base le va a ser difícil sortear", añade Vicente.
Al límite
Mon García Ontivero lo corrobora. Es uno de los socios fundadores de la fábrica de cerveza artesanal Belona, de Trujillo, un proyecto joven que, de momento, no daba muchos beneficios. Ahora se ven al borde del cierre. Las facturas de la luz, cada vez más elevadas, hacen que cada mes su deuda se vaya incrementando . "Si nos siguen llegando facturas como la de este último mes, aunque vendiera toda la cerveza que producimos, seguiríamos teniendo pérdidas", explica.
Situaciones complicadas por la subida de la electricidad. Y todo ello a pesar de la entrada en vigor, en junio, del tope del precio del gas aprobado por el Gobierno.