12 Agosto 2019, 7:46
Actualizado 14 Enero 2021, 02:59

La obra "Viriato", del extremeño Florián Recio, sedujo anoche a los espectadores en el yacimiento romano de Cáparra con una reflexión sobre la guerra y la obligación del ser humano de buscar, por medio del diálogo y la razón, la paz definitiva, a través de la figura más humana del caudillo lusitano que se enfrentó a Roma. 

La cuarta y última propuesta de la extensión cacereña del 65º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Viriato, que registró un lleno absoluto, llegó a Cáparra de la mano de la compañía extremeña "Verbo Producciones" y bajo la dirección de Francisco Carrillo. El reparto está encabezado por Fernando Ramos, encargado de dar vida al caudillo lusitano y cuenta también con Ana García, Pedro Montero, Manuel Menárguez, David Gutiérrez, Jesús Manchón, Juan Carlos Tirado, Paca Velardiez y José Ramos.

Para este Viriato, se parte de un texto inédito del dramaturgo extremeño Florián Recio, que defiende la necesidad de contar la vida de este personaje histórico, del que se solo se conoce su parte de mito, creada tras su muerte, y ya que se desconoce incluso su lugar de nacimiento. No en vano, hay una veintena de municipios españoles, entre ellos muchos extremeños, y otros tanto portugueses que se disputan la condición de pueblo natal de este personaje que acabó siendo asesinado tras ser engañado y traicionado cuando buscaba el fin de la guerra allá por el año 139 antes de Cristo. 

Con este montaje, se pretende trasladar a los espectadores algo más que las peripecias de Viriato, como es la reflexión sobre las guerras, la búsqueda de la paz, que en la mayoría de las ocasiones se hace con las armas, el poder, la avaricia o los refugiados, asuntos que siguen actualidad. Roma nombra a Viriato amicus populi romani, como premio a la misericordia que el caudillo lusitano mostró al perdonarle la vida al general Serviliano y a sus hombres.

Comienza para Viriato y su pueblo un período de paz. Pero Cepión, el nuevo cónsul, no está dispuesto a consentir que un bárbaro se enorgullezca de haber obligado a Roma a firmar un tratado y con la connivencia del Senado, rompe este tratado de paz. Viriato se ha convertido en un símbolo para las tribus enemigas de Roma y Cepión pretende demostrar que no hay símbolo lo suficientemente fuerte que Roma no pueda doblegar, aunque sea por medio de la traición.



Las ruinas romanas de Cáparra han sido, por tercer año consecutivo, la única extensión en la provincia de Cáceres del Festival de Mérida y lo ha hecho con el apoyo unánime de un público entregado a la magia que desprende la visión nocturna de un yacimiento todavía desconocido para muchos.

"La experiencia en Cáparra mejora cada año. Creo que es una oportunidad única de disfrutar de puestas en escena de altísima calidad al aire libre", ha señalado a Efe Mónica Fernández, entusiasta del teatro que ha asistido a las cuatro funciones programadas este año: "Hipólito", "Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia", "La loca, loca historia de Ben-Hur", y "Viriato".

Este ha sido el sentimiento general del público, que ha abarrotado durante cuatro noches el graderío, colocado frente a un escenario que integra, de manera muy acertada, el gran arco tetrápilo de Cáparra como telón de fondo.

TEXTO E IMAGEN: EFE