Este, excepcional, Día Mundial de turismo también se ha celebrado en Extremadura con datos que invitan al optimismo. El último informe del Instituto Nacional de Estadística revela que, si en el conjunto de España el desplome hotelero se ha acercado al 65%, aquí el descenso ha sido del 38%.
Espacios de primer nivel como el Teatro Romano de Mérida ha logrado resistir la caída de visitantes gracias a su condición de espacio abierto y, por tanto, más seguro frente a la COVID-19. Sólo en el mes de agosto, 31.500 personas visitaron el conjunto arqueológico de la antigua Emérita Augusta. Y eso sin contar el impacto en ese mismo recinto del Festival de Teatro Clásico y del Stone and Music Festival, ambos en sus versiones reducidas. A muy pocos metros, el Museo Nacional de Arte Romano ha rozado, en agosto, los 20.000 visitantes, no muy lejos de los 26.500 de hace un año.
En este contexto tan excepcional, nuestro rico patrimonio ha trabajado por mantener su flujo turístico. En destacado, otros dos enclaves Patrimonio de la Humanidad. El casco antiguo de Cáceres, uno de los mejor conservados de Europa, y en las Villuercas: Guadalupe y su Real Monasterio, centro espiritual y artístico.
En la zona norte de la región, las asociaciones de turismo rural han calculado que la estancia media ha superado las tres noches, con actividades al aire libre, en zonas poco pobladas, que en ocasiones han colgado el cartel de completo.
Ahora llega el otoño y en Extremadura hay una cita con la naturaleza. Paisajes vestidos de colores, rutas por lugares con encanto y deporte son algunos de los reclamos que buscan quienes quieren perderse estos días en la región. En el Valle del Ambroz se prepara para celebrar su Otoño Mágico. Aquí saludan a la nueva estación con rutas senderistas, citas micológicas y gastronomía. Una edición, que aunque muy diferente, es una ventana que atrae a cientos de turistas.
Buen verano para el turismo rural extremeño