Las Redes Sociales se han convertido en el 'aliado' perfecto del machista cobarde. Ése, que escondido tras el anonimato que da un perfil en Instagram, Facebook o Twitter, menosprecia a las mujeres por el hecho de serlo.
Y de todas las mujeres, las 'influencers' suelen ser su principal diana. Es el caso de Cristina, con casi 60.000 seguidores en Instagram, una red social que, para ella es sólo un hobby.
Esta influencer extremeña, profesora de Secundaria, relata que en alguna ocasión sí ha recibido algún comentario machista como "en lugar de estar ahí con amigas, estarías mejor en casa cuidando de tus hijas".
Y reconoce que siente la presión y el temor de ser juzgada por cada cosa que hace, por eso "en más de una ocasión te piensas lo que vas a mostrar en redes sociales, porque por tener un perfil público y al estar la gente detrás de una pantalla se siente con la libertad de poder opinar sobre todo. Y además, siendo mujer todavía más".
"La gente al estar detrás de una pantalla se siente con la libertad de poder opinar sobre todo. Y si eres mujer, todavía más"
Y cuánto mayor es el número de seguidores, más duros, mezquinos y ofensivos son los mensajes. La actriz Sara Sálamo lo sabe bien. A diario es criticada por dar su opinión y manifestar públicamente que es feminista.
También, la cantante Soraya Arnelas ha sido juzgada en ocasiones como 'mala madre' por mostrar imágenes de una cena con su pareja una semana después de haber sido madre.
"No seamos cómplices"
Los expertos lo tienen claro: las redes alimentan el machismo. La socióloga Ana Fondón explica que "tenemos un discurso aprendido sobre la igualdad y, sin embargo, el anonimato de internet permite que afloren los pensamientos machistas".
"Tenemos un discurso aprendido sobre la igualdad, sin embargo con el anonimato de internet afloran los pensamientos machistas"
Por eso, Fondón advierte de que "compartir un chiste machista, reír una gracia violencia o dar un 'like' a un comentario que muestra desigualdad, nos convierte en cómplices de los 'neomachismos'. Y añade, porque las redes los difunden y acaban normalizándose y calando en la sociedad.