El sector arrocero en Extremadura sigue en crisis tras no poder cultivar ni una hectárea el año pasado. En este 2023, eso sí, aunque no tendrán las 30.000 hectáreas cultivadas hace unos años, pasan a poco más de 12.000 en esta campaña. Con estas limitaciones, marcadas por la sequía y la falta de lluvias, se suma, además, la amenaza de las importaciones de países extracomunitarios, especialmente provenientes de Asia.
La producción, que este año llegará en la mejor de las previsiones al 60%, está marcada por la competencia desleal que tienen los arroceros extremeños con los de fuera del país. El mejor ejemplo es, dicen, la permisividad que tienen los países asiáticos con la utilización de fitosanitarios que están prohibidos en Europa, como es el caso del Triciclazol.
Por todo estos problemas, los arroceros de la región piden a las administraciones soluciones inmediatas para poder combatir las limitaciones marcadas por la sequía, pero sobre todo, aseguran, poner cerco a las importaciones masivas sin control.
El aumento de los precios, otro reclamo de los agricultores
600 euros. Ese es el precio que se marcan los arroceros extremeños para poder obtener beneficios. Consideran que si en los supermercados cuesta un paquete un euro con cincuenta céntimos, existe margen de beneficio suficiente para que los agricultores se vean beneficiados. Cualquier coste menor, dicen, provocaría pérdidas, ya que el coste de producción se ha elevado mucho en los últimos años.