Los embalses de la región siguen perdiendo agua y no solo por el abastecimiento, el riego y la ausencia de lluvias. La evaporación del agua influye. Y ¿por qué se produce esa evaporación? Por las altas temperaturas, el sol, el viento o la radiación. La Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) maneja datos provisionales que pueden ayudar a hacernos una idea
Álvaro Paniagua, jefe de la explotación de la CHG, explica que "lo que se ha previsto para la campaña de riego -de abril a septiembre- en la zona occidental del Guadiana es de 860 hectómetros cúbicos. A eso hay que sumar la pérdida 230 hectómetros cúbicos que se van en evaporación. Un día de mucho calor y mucho viento, por ejemplo, un embalse puede bajar un centímetro al día".
Los cálculos son aproximados en función de los datos que se tienen de años anteriores. Además, el diseño del propio embalse, si es más o menos profundo, también influye en esa evaporación. A más profundidad, como el de la Serena, menor evaporación; y al contrario, a menor profundidad, como el del Guadiloba, más evaporación. A lo que habría que añadir la casuística de cada infraestructura. Desde la Aemet nos explican que ese fenómeno se produce más en verano con temperaturas extremas.
"Todavía no son altas las temperaturas como para que se note tanto la evaporación del agua de los embalses. Se nota más en el mes de julio. El aumento no es lineal. Aumentar un grado y pasar de 29 a 30 no es lo mismo que de 40 a 45 grados", indica Manuel Lara, portavoz de la AEMET en Extremadura.
No obstante, la preocupación es evidente y más tras la tendencia alcista de los últimos ocho años, los más cálidos desde que se tienen registros.