Casi todos pensamos lo mismo cuando abrimos el grifo del agua caliente de la ducha. ¿No se podría aprovechar mejor esa agua que se pierde hasta que empieza a salir templada?
La respuesta es que sí, que es posible con una mejor gestión de las depuradoras. Una vez que se hayan podido optimizar esas plantas, ese agua se podría regenerar y entrar de nuevo en el ciclo de usos, excluyendo el consumo humano y animal. Y es que ahora mismo apenas se reutiliza el 8 % del agua que consumimos.
Un lujo que no nos podemos permitir en el actual escenario de sequia que padecemos y que se va a ir agudizando con el cambio climático y el paso de los años. Así, poder contar con agua regenerada abre un enorme abanico de posibilidades. En las ciudades ese agua regenerada se puede usar en la zonas verdes, en parques y jardines, o en el baldeo de calles, en vez de recurrir a agua potable. Lo razona el profesor de la Universidad de Alicante, Joaquín Melgarejo.
La agricultura y la industria
Melgarejo ha estudiado detenidamente esas opciones en el Levante español, tanto en la Comunidad Valenciana como en Murcia, en donde la presencia de desalinizadoras es habitual, pero el alto coste energético hace prohibitivo el acceder a agua del mar para destinarla a esos menesteres.
Reutilizar el agua que llega a las depuradoras tiene muchas opciones. El experto también cita la agricultura pues en el campo se podría destinar a nuevos regadíos, y en la industria, para innumerables procesos productivos salvo los alimentarios.
El primer paso es evitar las pérdidas en las redes de canalización y abastecimiento, que rondarían el 20 % y el segundo, además de mejorar el funcionamiento de las depuradoras, sería dotarlas de placa solares o hacer que se nutrieran del propio biogás que generan en los procesos de tratamiento.
Unos pasos que también crean otros subproductos muy interesantes como nitratos o fangos, muy apreciados en la regeneración de suelos que después se van a cultivar.