Extremadura
20 Marzo 2024, 21:15
Actualizado 20 Marzo 2024, 21:15

En 2013 los vecinos de la Plaza de Italia pidieron al Ayuntamiento de Cáceres que estudiara la relación entre las antenas de la Torre del Reloj y los numerosos casos de cáncer que, decían, había en el barrio. Algo parecido ya había ocurrido tres años antes en Cerro de Reyes, en Badajoz, con un instalación de telefonía.

Sin ellas no podríamos comunicarnos, ni usar el teléfono móvil. Sabemos que son necesarias, pero cada cierto surge de nuevo la polémica en torno a las antenas y cómo afectan a nuestra salud.

El Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias (CCARS), creado en 2005 para aconsejar a las administraciones, concluye que no existe ninguna evidencia que relacione antenas y enfermedad: "Durante años se han extendido los bulos de que los teléfonos móviles y las antenas podrían, incluso, producir cáncer, pero ahora tenemos la certeza de que a los niveles habituales podemos estar tranquilos y utilizarlos con seguridad", afirma Alberto Nájera, director del CCARS.

Además, según el estudio, los niveles de exposición que generan las antenas de telefonía móvil y televisión están muy por debajo de los límites considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud.

"Existe una normativa que establece una distancia mínima a la que nos podemos acercar a una antena, pero normalmente están dispuestas de tal manera que no vamos a recibir el máximo de radiación y, además, tenemos la garantía de esos niveles están controlados y siempre por debajo de los límites que podrían resultar perjudiciales", explica Nájera.

Hasta ahora se han realizado cientos de estudios sobre el tema, este que les contamos es el enésimo, y ninguno ha demostrado que las antenas sean perjudiciales.