Llega el verano y no hay informativo que no se preste a emitir imágenes de los termómetros callejeros con temperaturas disparatadas con el fin de atraer la atención del telespectador.
Son muy recurrentes, la verdad, porque están muy “a mano” decorando las rotondas y las glorietas de nuestras ciudades, o bien anunciando la presencia de alguna farmacia o similar. Y mira que los comunicadores y los profesionales de la Meteorología estamos hartos de recalcar la invalidez de esas cifras, pero aún siguen calando en la sociedad. No hay manera.
Es en la época estival cuando vemos en ellos valores disparatados de más de 50ºC en algunos casos
Según la normativa de la Organización Meteorológica Mundial (OMM, o WMO en inglés), la temperatura se debe medir en unas casetas de madera llamadas garitas meteorológicas cuyas paredes están dispuestas en forma de láminas de persiana y pintadas de blanco mate hidrófugo. El objetivo es triple: se evita la exposición directa del sol (puesto que lo que interesa es la temperatura del aire, no la del termómetro), que no absorba la humedad cuando llueva y que el aire circule libremente en el interior. En nuestro país se suele incorporar una pequeña chimenea que favorezca el tiro convectivo de circulación natural.
Este abrigo meteorológico se coloca a una altura de 1,20m sobre el suelo, para evitar la irradiación del mismo, además la cubierta vegetal debe ser la propia de su entorno natural por eso los observatorios y las estaciones se ubican fuera de los núcleos urbanos. Por último, la orientación de la puerta deber ser hacia el norte para que en ningún momento los rayos solares alcancen los termómetros.
La garita debe instalarse en un área libre de obstáculos al menos 20 metros alrededor, de forma que el aire fluya libremente. Ninguna de las construcciones u obstáculos que lo rodeen debe proyectar su sombra sobre él. Junto con el habitual termómetro, el instrumental que es habitual encontrar en ella son los termómetros de extremas, el psicrómetro, el evaporímetro y el termohigrógrafo.
Como ves, es algo más complejo de lo que un neófito puede llegar a pensar. Y son normas adoptadas internacionalmente. En todos los observatorios del mundo las temperaturas se miden bajo estas condiciones.
Este método de observación fue propuesto en la Revista de la Sociedad Meteorológica Escocesa por el ingeniero Thomas Stevenson (1818-1887), padre del famoso escritor Robert Louis Stevenson (el de “La isla del tesoro” o “Doctor Jekyll y míster Hyde”), en 1864. Este diseño apenas ha variado en el último siglo y medio.
Por todo ello, no conviene hacer mucho caso a esos valores de los termómetros callejeros. Ni tampoco a registros térmicos cuanto menos “extraños”, como los 51ºC medidos en Sevilla en julio de 1876 en el campanario de la catedral, o los 50 alcanzados el 4 de agosto de 1881, también en la capital andaluza, muchos de ellos anotados en condiciones que distan mucho de las ideales.