Todo tiene que ver con la geometría de la molécula del agua. Ésta está formada por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno. La forma de estas moléculas no es lineal como ocurre con otras moléculas similares como la del dióxido de carbono, sino que en los hidrógenos aparecen unas fuerzas que hacen que estos átomos se unan formando un ángulo de casi 105º.
Estas moléculas se enlazan entre sí, a través de los oxígenos y de los hidrógenos de distintas moléculas. A esta fuerza se le denomina puentes de hidrógeno y está involucrada, además, en el hecho de que el hielo flote. Se forman así hexágonos o figuras de misma familia dependiendo de la temperatura, de la humedad y de la presión del aire en que se esté formando ese cristal, ya que estas estructuras son las más estable y son las que requieren menor energía. Este proceso se repite de forma indefinida.
¿Entonces no hay dos cristales de nieve iguales?
La verdad es que no… y mira que puso empeño el naturalista estadounidense Wilson Bentley, (1865-1931), que se tiró 40 años fotografiando los cristales de nieve con su microscopio. Hizo unas 5000 fotografías y no encontrón ningún copo igual.
Pero sí que se parecen Con temperaturas los cristales de nieve con hexagonales y planos; entre los -5 y los -10 tienen forma de prismas hexagonales; entre -10ºC y -20 volvemos a encontrar placas hexagonales y por debajo de los -20 hallamos otra vez placas y columnas hexagonales.