3 Febrero 2021, 16:15
Actualizado 3 Febrero 2021, 16:15

El refrán “Por San Blas, la cigüeña verás” poco a poco está dejando de ser (si es que no lo es ya) una realidad ya que en los últimos años estas aves nos acompañan durante todo el año.

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El actual cambio climático, originado por la actividad industrial del último siglo y medio, es una de las causas que ha modificado el comportamiento de estos animales: tanto en su aspecto social como en el aspecto de las migraciones. La otra razón es la proliferación de grandes vertederos, los cuales son una fuente de alimentos permanente.

Estudio del comportamiento de las cigüeñas resulta ideal para conocer el impacto humano en el medio ambiente

Los ornitólogos nos siguen avisando de que estas modificaciones se han dado en tiempo récord. Según la Fundación Migres (institución orientada a la conservación y mejora del patrimonio natural) en Tarifa son más de 40.000 las cigüeñas que se quedan en la península a pasar el invierno, cuando a finales de los 70 apenas había constancia de ellas. Además, el calendario de ida y de regreso también se ha visto modificado a causa del acortamiento de la estación fría. Las aves se juegan la vida en las migraciones y es vital que estén en el momento justo. 

Debido al adelantamiento de la primavera, también lo ha hecho su ciclo reproductor y han retrasado el viaje unos 20 días en las dos últimas décadas, un día por año. Es muchísimo.

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Tradicionalmente, el periplo de las cigüeñas era abandonar Centroeuropa hacia el mes de julio y la península, en septiembre, para regresar a finales de enero y principios de febrero. De ahí, el dicho. Sin embargo, este comportamiento prácticamente ha desaparecido. Sólo las más jóvenes se deciden a hacer este largo y peligroso viaje ya que su instinto innato aún prevalece. En cuanto tengan pocos años verán que la aventura de atravesar el desierto es innecesaria. 

Los vertederos son un auténtico comedor para estas aves

La comida de las cigüeñas es muy variada. Incluye insectos, peces, reptiles y pequeños mamíferos y aves. Sin embargo, los estudiosos han encontrado que cada vez se alimentan más de la basura que generamos los humanos; además de los arrozales y de las grandes hectáreas de suelo cultivado. 

No sólo las cigüeñas, sino a todas a las aves en general, se les ha dado un en los últimos años un papel muy relevante en el estudio del cambio climático. Una de sus consecuencias es al aumento de especies norteafricanas en las inmediaciones del sur peninsular como el vencejo cafre, el ratonero moro o la tórtola senegalesa. Todo esto mientras que las especies del centro y del norte de Europa ni están ni se les espera.

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