Brutal. Sencillamente brutal. La Amazonía, el pulmón del planeta, el gran tesoro de biodiversidad y la riquísima farmacia por descubrir ha notado una disminución en las lluvias de la que no se tiene constancia documental. Los primeros observatorios meteorológicos de la zona datan de 1902 y no hay registros pluviométricos tan bajos como los que se han medido en este año.
Los científicos creen que hay que remontarse al Jurásico (hace 65 millones de años, cuando los dinosaurios andaban por aquí) para encontrar una catástrofe similar. Los registros fósiles de aquella época muestran que la temperatura del planeta era en torno a 0,5ºC más alta que la actual, esto es, 2ºC por encima del nivel preindustrial. Un panorama al que vamos encaminados sin que las principales potencias económicas del mundo pongan un remedio definitivo.
El planeta ha pasado por periodos difíciles en toda su historia, pero el bosque ecuatorial aguantó todas las embestidas. Sin embargo, la rapidez con se está produciendo esta sequía no le está dando margen de adaptación, lo cual produce un estrés biológico muy fuerte.
No hay una causa directa de por qué hemos llegado a este punto, pero se barajan distintas posibilidades. Por un lado, está "El Niño" que es calentamiento natural del océano Pacífico frente a Perú. Se tiene constancia de que este fenómeno limita las lluvias en el Amazonas. Y por otro, está la deforestación descontrolada que impide que el agua de lluvia se infiltre en el subsuelo.
Encarni Montoya, científica titular del Instituto de Geociencias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y especialista en Ecología Tropical, es experta en este tema. La entrevistamos en "El Sol sale por el oeste" y se emitió el pasado martes, 12 de marzo de 2024.
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