Japón está a punto de cerrar su peor ola de calor de junio desde, al menos, 1850. Más de 37 millones de personas han estado expuestos a los rigores de unas temperaturas que no se encuentran reflejadas en los archivos climáticos.
En Tokio los termómetros han superado la marca de los 35ºC durante una semana, una racha que supera a todo lo registrado desde 1875. Mientras tanto, en la ciudad de Isesaki, al noroeste de la capital, se alcanzó un dato de 40,2ºC, según datos de la Agencia Meteorológica de Japón (JMA). Hasta ahora, el récord nacional de junio eran 39,8ºC del 24 de junio de 2011.
Es la primera vez que se han medido 40ºC en Japón en junio.
Con ese calor, la demanda energética alcanzó unos niveles preocupantes. Tanto que el gobierno se vio obligado a pedir a la población que evitase su consumo en la medida de lo posible, aunque al mismo tiempo recomendaba el uso de ventiladores y de aires acondicionados para sofocar las altas temperaturas.
"Aparentemente hay algunas personas mayores que han apagado sus acondicionadores de aire porque les estamos pidiendo a las personas que ahorren energía, pero por favor, hace este calor, no duden en refrescarse", dijo el ministro de Comercio e Industria, Koichi Hagiuda, en una rueda de prensa.
Afortunadamente, este episodio tiene las horas contadas. Está previsto el avance del tifón número 4 de la temporada, un centro de bajas presiones que a partir de la jornada del lunes aportará nubosidad, lluvia y un notable descenso en los termómetros.
Se han rebasado hasta 263 récords de temperatura máxima de junio en todo el país
Junio es el mes en que se termina la temporada de lluvias. Este año, las nubes se han retirado tres semanas antes de tiempo en el país asiático, entorno a 22 días antes de lo habitual. Es el final más temprano desde 1951.
Con este ambiente tan sofocante, el número de ingresos por insolación se han disparado. Según fuentes sanitarias, hasta 76 personas tuvieron que ser trasladadas a los centros hospitalarios. Se sospecha que dos de ellas hayan fallecido por golpes de calor.
Los últimos estudios no ponen en duda el aumento tanto en intensidad como en frecuencia de las olas de calor, fruto de la intervención humana en la química atmosférica. De hecho, la temperatura global ha subido 1,1ºC en comparación con la época preindustrial y seguirá este comportamiento en las próximas décadas condicionado por la propia inercia térmica de la atmósfera y por el constante aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero.