Que el planeta se está calentando es un hecho del que pocos dudan. Los datos ahí están y las matemáticas y la estadística avalan la tendencia al alza en los termómetros y la aparición de especies animales y vegetales propias de áreas más cálidas en zonas polares lo corroboran. De hecho, el Ártico cada vez está más verde.
Sin embargo, la aparición de estas plantas no acelera el proceso de absorción de CO2 de la atmósfera según se publica esta semana en la revista “Nature Climate Change”. Se trata de un trabajo dirigido por científicos de la Universidad de Boston y de la Universidad de California en el que se sugiere que no toda la nueva biomasa es lo suficientemente abundante como para considerarla sumidero de CO2.
“¿Qué pasará con el carbono almacenado en estos bosques frente a un clima cambiante?" es la pregunta que se han hecho Jon Wang, de la Universidad de California, y por Mark Fried, de la Universidad de Boston. La respuesta que encontraron es que gran parte de este carbono no se queda almacenado en los tejidos de las plantas, sino que vuelve a ser liberado a la atmósfera debido a los incendios y a la tala indiscriminada en las latitudes cercanas al polo para convertir esos suelos en áreas de cultivo. Es decir, que debido a los incendios, el número de plantas nuevas es insuficiente para compensar el exceso de CO2. De hecho, con la actual tendencia hacia un mundo más cálido resulta muy rentable desde el punto de vista económico sembrar en las cercanías del Ártico ya que la producción llega a duplicar a si se cultivase en latitudes más bajas.
Para determinar estos datos, Wang y su equipo han contado con datos observados y de satélite. Con la combinación de ambas fuentes de información han sido capaces de modelar la cantidad de carbono almacenado en la biomasa en una región de unos 2,8 millones de kilómetros entre Canadá y Alaska. Y lo han hecho de dos formas: una, midiendo la altura de las copas de los árboles y la otra, midiendo el reflejo de la superficie del suelo, el cual da una idea de la cobertura vegetal.
Wang apenas ha encontrado cambios relevantes en la acumulación de carbono en los últimas tres décadas. "Lo que estimamos es que se han acumulado 430 millones de toneladas métricas de biomasa en los últimos 31 años, pero en este dominio habría sido casi el doble si no fuera por estos incendios y cosechas que la mantienen baja".
El equipo de científicos vio, además, que la biomasa vegetal aumentaba, pero no tanto como los modelos simulaban a pesar de tener en cuenta los efectos de cambio climático. Sin embargo al tener en cuenta los efectos de los incendios, todo cuadraba mucho mejor.
Otro de los coautores, James Randerson, apunta que estos resultados son muy importantes ya que proporcionan un método independiente para probar los modelos climáticos en su faceta de la simulación de la retroalimentación del carbono y permitirán tener una imagen más realista de lo que nos espera en las próximas décadas. "Las tasas de acumulación de carbono en esta región son más bajas de lo que han indicado estudios anteriores, y empujarán a la comunidad científica a buscar en otros lugares los principales impulsores del sumidero de carbono terrestre ", dijo Randerson.
Más info: https://www.nature.com/articles/s41558-021-01027-4