26 Agosto 2020, 14:43
Actualizado 26 Agosto 2020, 14:42

Aunque parezca mentira todo comenzó con una historia de amor, de amor contrariado y rumiado durante años. A punto de casarse, Luciana Izquierdo fue abandonada por su novio Amadeo Cabanillas. Una supuesta deshonra que, dos décadas después y lindes de por medio, se convirtió en venganza.


"Luego ya empecé a recordar que sí, que había habido muertes. Y yo sí  que me hago responsable de las muertes que hubiera, pero no recuerdo nada de eso." Le aseguraba al juez Emilio Izquierdo durante el juicio que se celebró en enero de 1994. Decía no recordar nada; sin embargo, Puerto Hurraco difícilmente lo olvida. La noche del 26 de agosto de 1990 Emilio y Antonio Izquierdo escribieron la página más negra de la historia de este pueblo de La Serena.  


"¿Saben ustedes que han matado a siete personas y otras diez heridas, entre ellas un niño de ocho años?", les preguntaba un periodista a Luciana y a Ángela Izquierdo. Las hermanas de Antonio y Emilio no estaban en Puerto Hurraco aquel día y se  enteran de lo ocurrido en el tren, de regreso a Badajoz. Sus hermanos mataron finalmente a nueve personas e hirieron a una docena. Las rencillas que mantienen desde hace años con la familia Cabanillas acaban convertidas en una auténtica carnicería.


"Tanto Emilio como Antonio está rematadamente mal. Mantengo y sigo manteniendo la enajenación mental de ellos, que se les exima de responsabilidad y que se les ingrese en un psiquiátrico que es donde deben estar", defendía Javier Luna, el abogado defensor, durante la vista oral. Sin embargo, fueron Ángela y Luciana, sus dos hermanas solteras, las que ingresaron en el psiquiátrico de Mérida. Fueron señaladas como las inductoras del crimen, pero no había pruebas firmes contra ellas y Emilio y Antonio resultaron los únicos condenados. Compartían la pena impuesta por el juez, 684 años de prisión, en una celda de la cárcel de Badajoz. Emilio murió en 2006. Cuatro años después, Antonio se ahorcó  en su celda.