El balneario de Alange ha decidido cerrar lo que queda de temporada. Sólo una semana hemos disfrutado de sus aguas. Abrió sus puertas el 9 de marzo y 7 días después se decretó el estado de alarma. Estas termas romanas y su hotel tuvieron que cerrar por el confinamiento. Ahora han decidido seguir con las puertas cerradas y no abrir esta temporada. Según el director gerente, Fernando Fernández, los protocolos de seguridad son muy exigentes y aseguran, ponen en riesgo la rentabilidad del balneario.
"Abrir el balneario sería un riesgo sanitario y económico"
Los pasillos son estrechos, el aforo muy reducido y las pérdidas se multiplican. Además, si un trabajador se contagia todos deben aislarse, y por tanto cerrar. Si es un cliente el infectado debe hacer la cuarentena en esa habitación y eso perjudicaría el prestigio de estos establecimientos con una trayectoria centenaria. El 95% de la plantilla apoya esta decisión. A la mayoría les cubre el ERTE o el desempleo. A esto se suma la suspensión de los viajes de termalismo del Imserso. En una semana deciden en Madrid si este programa, dirigido a la tercera edad, se retoma, pero desde la dirección del Balneario ven improbable que vuelvan a abrir este año.
Repercusión en la zona
Estos clientes son fundamentales para el resto de hoteles y restaurantes de la localidad. En el Hotel Marín, su director, José Luis Campos, también ha decidido no abrir esta temporada, al menos durante los próximos nueve meses, porque vive del turismo que da el balneario y los viajes del Imserso. Sin ellos, dice, no hay nada. Además pide un protocolo de actuación a las administraciones.
Casa Hidalgo es un bar recién abierto cerca del balneario y se ha visto muy afectado por el confinamiento y ahora por el cierre de las termas romanas.
Todos estos negocios respaldan la decisión del balneario porque son conscientes de que es difícil mantener las medidas de seguridad frente al COVID-19. Alange vivirá un verano más silencioso de lo habitual sin turistas, y eso se resentirá en la economía de la zona.