10 Noviembre 2025, 19:38
Actualizado 10 Noviembre 2025, 21:24

La gripe aviar amenaza este invierno a la biodiversidad extremeña. Con la llegada de miles de grullas y otras aves migratorias como patos y gansos, se han detectado varios focos del virus en la región, especialmente en el embalse de Los Canchales, en la zona de Mérida, pero también en Las Vegas Altas y en los arrozales de la zona de Palazuelos. 

grulla muerta en los canchales

Marcelino Cardalliaguet, delegado de Seo-Bird Life en Extremadura, advierte que este año el problema “va a ser bastante serio” debido a la alta concentración de aves en dormideros y zonas húmedas. Extremadura es el principal destino europeo para la invernada de la grulla común: de las 250.000 que llegan a España, la mitad lo hace aquí en la región.

La organización ha enviado una carta a la Consejería de Agricultura solicitando medidas urgentes para localizar y retirar los cadáveres del medio natural, analizarlos y evitar que el virus se propague a otras especies. El riesgo es especialmente alto para aves carroñeras como buitres, milanos y águilas, y también para mamíferos como zorros, gatos silvestres y linces, que podrían contagiarse al alimentarse de aves infectadas.

José Antonio Román Álvarez, del Grupo de Trabajo y Conservación de la Grulla, GRUS Extremadura, confirma que el brote se originó en Alemania y ya ha causado miles de muertes en Francia y Aragón. En Extremadura, se han contabilizado al menos 15 grullas muertas, y se teme que el número aumente si no se actúa con rapidez.

Las zonas de arrozales como Santa Amalia, Valdehornillos o Hernán Cortés se consideran de alto riesgo por la alta concentración de aves. Aunque aún no se han detectado casos allí, ambos insisten en que la situación podría agravarse en las próximas semanas.

¿Qué hacer si nos encontramos un ave silvestre muerta?

En caso de encontrar un ave muerta en el campo, no debe tocarse. Lo correcto es avisar al 112 indicando la ubicación exacta, ya que, aunque no se ha detectado ningún caso en humanos, el virus puede mutar y representar un riesgo para la salud pública.

La esperanza está puesta en que las lluvias y el frío ayuden a dispersar las aves y reducir la incidencia del virus. Aun así, los expertos advierten que, en el mejor de los escenarios, podrían morir hasta 10.000 grullas si se ve afectado el 10% de la población invernante.