
Finalistas del Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa.
Cuando la desbandá de Málaga, una mujer embarazada se cayó y la pisaron. Muchos. El cuerpo entero, los cuerpos, los dos, enteros. En realidad no la pisaron: se derritió, porque hacía calor, ese calor sin fin de las tierras del sur, que nos lo digan a los extremeños: se fundió y su niño vivió. Eso fue lo que pasó, porque lo cuenta David Uclés en "La península de las casas vacías". También ocurrió que un boxeador ganaba los combates recitando versos de César Vallejo: ¿se imaginan? Un KO rotundo con un Quién hace tánta bulla y ni deja... (sí, está todo bien escrito, tildes incluidas: créanme: no soy quién para enmendarle la plana al poeta que más amo desde que tenía trece años). Y pasó que una combatiente sandinista falleció y su hija dialogó con ella más allá del olvido y de la muerte y que un peluquero inventó el carrusel y una princesa de la nobleza rural de los Cárpatos con una férula ajustada con tornillos de cabeza avellanada y correas de vaqueta en la pierna izquierda se enamoró de él y se fugó con él y que Eloy y Valentín y Cristina y Basilio y Alicia y los maquis y los comunistas y Trilla y Quiñones vivían en España, o no, en el 39 y hacían lo que podían y a un hombre lo acusaron de violador serial y resultó que no fue así y cómo introducimos esto en las corrientes feministas, nos preguntamos.
Resulta que ayer nos fuimos a la VI Bienal Mario Vargas Llosa, en la que son finalistas Gioconda Belli, Gustavo Faverón, Ignacio Martínez de Pisón, Pola Oloixarac, Sergio Ramírez y David Uclés y tuve mi primer momento fan histérica en casi los 20 años que llevo ocupándome de la cultura en esta casa cuando vi a Gioconda Belli y le mandé la foto a mis amigos (a los tres con los que comparto las cuestiones literarias) y Sergio Ramírez no estaba, pero le entrevisté hace tres años junto a Laura Restrepo y, por razones del guión, tuvimos poquísimo tiempo para hablar con todos ellos, pero no importa, porque los libros no caducan.
Los libros nunca caducan.
Podemos citar. Citamos:
"Se pregunta qué relación tiene la poesía con el boxeo, con las peleas, y qué cosa es un poeta-boxeador, y se pregunta contra quién está peleando cuando lee y en qué habrá en su mente que lo hace conectar esos dos mundos —cuál es el vínculo— y se pregunta en contra de quién lee cuando lee, qué cosa combate, a quién busca en los poemas, a qué rival, qué cosa ha perdido y por qué trata de encontrarla en un ring de box o en una biblioteca, si debe de estar en su cabeza. ¿Qué es esa cosa?, se pregunta. En verdad no lo sabe. Relee los poemas de Eliot y no comprende mucho, pero lo detesta más. Por las tardes, una sensación de incertidumbre y anonimato lo capturan como si él fuera una playa enemiga en cuya orilla la incertidumbre y el anonimato acoderan sus botes anfibios y clavan sus banderas».
Eso es de "Minimosca", de Gustavo Faverón, una de las novelas finalistas. Gustavo Faverón no piensa que el lector es tonto, eso que le agradecemos, y es extraño y te espolea y esa extrañeza es una de las cosas que más amamos de la literatura.
Casi tanto como los cuentos. Lo que adoramos los cuentos y los libros de aventuras no lo sabe nadie. Por eso, todo un premio Cervantes los inventa. No lo hemos hablado con él, pero lo bien que se lo ha tenido que pasar Sergio Ramírez escribiendo "El caballo dorado" lo suponemos. Lean:
"Corre el año de gracia del Señor de 1905.
Hoy es miércoles 13 de diciembre.
El Handels-Almanach del doctor W. F. Gottfried, impreso en Viena, señala en el santoral a Lucía de Siracusa, virgen y mártir que padeció persecución bajo el emperador Diocleciano, patrona de los ciegos, de los ópticos y talladores de lentes, los fotógrafos callejeros y las modistas; a Aristón y Elías, peregrinos errantes a través de bosques preñados de fieras y salteadores; y a Columba y Otilia, abadesas iluminadas por la Gracia de la Fe y santificadas por la penitencia del ayuno".

La prosa de Sergio Ramírez es orgásmica y no hay más que decir. Nicaragua le duele como le duele a Gioconda Belli, que ha tirado de activismo político para contar la historia de una madre y una hija, Penélope, "que me cae bien: no todos tus personajes te caen bien". A Gioconda Belli llevamos leyéndola los últimos... ¿treinta años? A mí me dicen "Gioconda Belli" y sonrío mucho. Hubo una vez que iba a venir a Extremadura, pero al final no fue y me quedé con ganas de charlar con ella y ahora leo "Un silencio lleno de murmullos", que comienza diciendo: "Mi madre me llamó Penélope. Le fascinaba el personaje de la ingeniosa esposa de Ulises tejiendo de día para destejer de noche y así engañar a sus pretendientes. Yo prefería al marido navegante. Me carga la idea de tejer y esperar eternamente, pero por esperar me quedé atrapada en Madrid. Fui de las últimas que entró antes de que cerraran el aeropuerto en marzo cuando se decretó el confinamiento por la pandemia. Había llegado de Nicaragua para ocuparme de los asuntos de mi madre muerta. Ella había fallecido en diciembre. En mi familia diciembre era el mes de morirse".
El mes de morirse, en España, fue cualquiera durante la Guerra Civil y los años que siguieron después y reivindicar la memoria es algo que han hecho muy bien David Uclés, con "La península de las casas vacías", que recogerá el premio Dulce Chacón de Narrativa española en noviembre y que que se abre citando a Chaves Nogales y María Teresa León y Max Aub: "En España somos grandes cuando somos cien; más, nos entrematamos". Y luego cuenta la historia de un hombre que se duele: "El miliciano andaluz está soñando. Encadena una pesadilla con otra. En los últimos años, sobre todo durante la guerra civil de su país, ha visto tanto dolor y tantas muertes que estas han empezado a aparecérsele mientras duerme. Teme que, si ve morir a más gente, el sueño se le haga perpetuo y nunca despierte".

Después de la guerra, Ignacio Martínez de Pisón aparece para contar qué pasó en su "Castillos de fuego": "Hacía casi tres horas que había caído la noche. A ambos lados de la carretera, las hogueras señalaban la ruta desde las lomas cercanas. En las cunetas se apiñaban los vecinos de la comarca. Llevaban esperando desde primeras horas de la tarde. Para combatir el frío daban unas pisadas sin moverse del sitio y bajo sus suelas se oía el crujido de la escarcha, cri-cri. Quienes se habían provisto de cirios y hachones los encendieron al ver aparecer a los motoristas que abrían camino al cortejo. Algunos se santiguaron. Otros hincaron la rodilla en la tierra. Una mujer lanzó un lamento desgarrador. Alguien trató de consolarla".
Qué importante es la memoria. Qué importante recuperar los cuerpos de las cunetas y cerrar heridas y sanar y saber dónde está la gente a la que amas sin conocerla porque son familia e historia de tu familia, que es igual a la historia de otras familias, de Melilla a Oviedo.
Qué importante es pensar lo que pasó.

Y lo que pasa. ¿Qué queremos las feministas? ¿Cómo lo queremos? Pola Oloixarac reflexiona sobre los límites del #MeToo en "Bad hombre": "Esta es una historia real y, como tal, debe incluir una confesión. Entre 2016 y 2018 fui contactada por distintas mujeres para que las ayudara con una tarea muy específica: querían arruinarles la vida a ciertos hombres. Las acusaciones variaban, pero eran terribles, incluso escalofriantes según el caso; el asunto era urgente, y requería actuar de forma rápida. Ellas no se conocían entre sí, pero yo conocía a algunos de los hombres en cuestión, y por eso me escribían. El plan era unirnos para darles un castigo ejemplar: que las vidas normales de estos hombres, tal como habían transcurrido hasta entonces, desaparecieran bajo los escombros de una revelación que los marcaría de manera irreversible".
Este es uno de los temas que marca la novela, que también nos muestra cómo se construye una víctima.
El sábado conoceremos al ganador, pero, mientras tanto, esperamos que ustedes vayan a su librería (o a las bibliotecas) y sean felices leyendo.
A nosotros todo esto nos ha servido también para escuchar, todo el rato, los discos que Juan Diego Flórez tiene en castellano, porque, si hay que poner música en un programa dedicado a la Bienal, lo hacemos con tronío, poderío, gusto y exquisitez. Que no se diga.
El programa lo pueden escuchar pinchando en este enlace.

Cáceres inaugura la VI Bienal Vargas Llosa