Hace 35 años que el nuevo Museo Nacional de Arte Romano de Mérida abría sus puertas por primera vez. Una imponente sala central de gran altura e impregnada de mucha luz se abría a los ojos de los visitantes. Su arquitecto, el prestigioso Rafael Moneo, quería con ello realzar aún más el valor de las obras expuestas. El edificio supuso un impulso en su trayectoria profesional.
Esta obra de ladrillo, robustos muros y esbeltos arcos de medio punto rememora en toda su factura la arquitectura de la antigua Roma. Pero para llegar hasta aquí, se necesitaron años de obras y de intenso trabajo, sobre todo por el momento tan laborioso y crucial que supuso el traslado de las piezas arqueológicas.
Este homenaje a la historia de Mérida recibe cada año un cuarto de millón de visitantes. Pero es mucho más, es investigación, conocimiento, proyectos sociales y culturales.
Para continuar con esa labor, el Museo ansía su prometida ampliación y remodelación, diseñada también por Moneo, y que servirá para asumir nuevos retos.