Guillermo Fernández Vara llegó a la política extremeña de la mano de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, con quien fue consejero en tres ocasiones y a quien siempre reconoció como su maestro. En 2007, tomó el relevo al frente de la Presidencia de la Junta de Extremadura, iniciando una etapa marcada por el compromiso, la cercanía y la gestión pública.
Fue presidente en tres legislaturas: 2007–2011, 2015–2019 y 2019–2023. En ese tiempo, vivió momentos clave como la gestión de la pandemia, que asumió con entrega total. “Mi móvil es como el 113”, decía, atendiendo personalmente llamadas de ciudadanos en situaciones de emergencia. En 2011, perdió la presidencia tras la abstención de Izquierda Unida, pero la recuperó en 2015 y logró mayoría absoluta en 2019.
En las elecciones de mayo de 2023, luchó por un cuarto mandato, pero la alianza entre PP y Vox impidió su continuidad. Aun así, siguió liderando el PSOE extremeño hasta finales de ese año, mientras enfrentaba en silencio un nuevo reto: el cáncer de estómago con el que convivió durante dos años.
Fernández Vara fue profundamente socialista, combativo en asuntos nacionales y defensor de la política como herramienta de transformación. “Cuando me están dando chutes de quimio, pienso en quien paga sus impuestos”, dijo en una de sus últimas entrevistas, reafirmando su compromiso con lo público.
En la Asamblea de Extremadura, destacó por su carácter afable y su respeto hacia los adversarios políticos. “Nos hemos zurrado la banana, pero nunca hemos roto los puentes”, dijo en referencia a su relación con María Guardiola, presidenta actual de la Junta.
Su último cargo fue el de vicepresidente segundo del Senado. Al dejar la dirección del PSOE extremeño, confesó tener “muchas ganas de vivir”. Y vivió intensamente la política, siempre con la mirada puesta en Extremadura. “Lo mejor de ser presidente es el cariño”, solía decir.