Las primeras cifras ya apuntan a que esta montanera será más reducida de lo habitual.
Desde que comenzaron los sacrificios en diciembre, con los datos publicados hasta ahora han pasado por los mataderos de nuestro país 51.908 cerdos ibéricos de bellota, frente a los 59.683 que se habían sacrificado el año pasado por estas fechas. Se trata de una reducción del 13%.
La sequía ha hecho que haya menos bellota, menos cerdos en el campo y que la campaña haya empezado más tarde de lo habitual.
Cada cerdo consume entre 15 y 20 kilos al día de bellota durante los dos meses que está en la dehesa. Pero este año la escasez de agua ha hecho que las encinas y alcornoques tengan menos fruto.
"Decidí en su día reducir casi el 50 por ciento el número de animales"
Vidal Ramos, ganadero de Puebla de Obando (Badajoz), ha reducido el número de cerdos en la montanera, para que puedan engordar lo suficiente: "Decidí en su día reducir casi el 50 por ciento el número de animales. El año pasado hicimos en torno a 3.000 animales y este año no hemos superado los 1.600".
Es una constante en esta campaña en el sector. En la cooperativa IBERCOM han entrado en montanera 30.000 cerdos, un 20 por ciento menos que en la anterior campaña.
"Cuando ves que hay menos hierba y menos bellota, tienes que reducir el número de animales"
La razón, cuenta su director general, José Ignacio Moríñigo, "es que cuando ves que hay menos hierba y menos bellota, tienes que reducir el número de animales, y estamos viendo también que los animales a sacrificio están saliendo con 5 o 6 kilos de peso menos que el año anterior".
Esa reducción, sumada a los elevados costes del pienso, los combustibles y la energía, ya adelanta un balance negativo para los productores. Vidal Ramos cree que "para el ganadero, como esperamos, va a ser deficitario económicamente pero la calidad, que es lo importante para el consumidor final, va a ser una calidad bastante buena".
Al haber menos cerdos la campaña terminará de forma adelantada. Para mediados de febrero, calcula el sector, podrían haberse realizado ya la inmensa mayoría de los sacrificios, cuando otros años se van más allá de la mitad de marzo.