5 Agosto 2025, 12:13
Actualizado 5 Agosto 2025, 14:40

"En Zalamea tuvimos / lo que nunca tuvo nadie".

Unos vecinos que se aprendieron una obra de Calderón de la Barca. Un señor con sombrero que la dirigió y no pudo ver cómo conseguía el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Seguimos echando de menos a Miguel Nieto. Siempre nos acordamos de Miguel Nieto. 

"En Zalamea tuvimos / lo que nunca tuvo nadie: / un labrador justo y bueno, / honra y prez de los alcaldes".

Sobre ese labrador, don Pedro Calderón de la Barca (no se nos olvide el "don") escribió uno de los dramas más conocidos y representados de la literatura española. Pedro Crespo es ese labriego que busca justicia porque le violan a la hija. El capitán don Álvaro de Ataide, de origen noble, manda a sus tropas a Portugal. Pasan por Zalamea de la Serena, se aloja en casa de don Pedro y trata de seducir a Isabel, la hija del labriego. Ella no quiere. Él es noble, acostumbrado a tener lo que desea, así que la rapta y la viola. Don Pedro Crespo se la ofrece como esposa, pero cómo va a casarse él con una mujer de baja estofa (menos mal, diríamos ahora: ¿se imaginan casándose con su violador?). El hermano de Isabel, Juan, le dice: "que no hubiera un capitán / si no hubiera un labrador". Para que existan los de arriba, tiene que haber una gran masa abajo. 

No me digan que no quieren ahora mismo con pasión a Calderón de la Barca. 

El alcalde de Zalamea

 

La representación de "El alcalde de Zalamea" cumple 30 años. Del 21 al 24 de agosto tendrán lugar las funciones, en las que participan cientos de vecinos, bajo la dirección de Miguel Ángel Latorre y de Tamara Carrasco (que, además, es ilipense). Cogieron el relevo de Olga Estecha. Este año, ha explicado Latorre, no se cambia el texto, "pero sí queríamos hacerlo más dinámico: algo mucho más vivo en el que las escenas tuvieran un ritmo más acelerado, también entroncando con los modos de ver actuales".

José Calvente, que lleva décadas interpretando, con su voz recia (qué voz tiene Calvente) a Pedro Crespo, nos dice que la obra tiene ahora mucha más fuerza. 

La honra y prez de los alcaldes (prez: "honor, estima o consideración que se adquiere o gana con una acción gloriosa", nos dice la primera acepción del diccionario de la Real Academia Española) consigue restituir el honor de su hija. No tiene competencias, pero ajusticia a don Álvaro y el rey, al saberlo, refrenda su decisión. 

 

El alcalde de Zalamea

 

Justicia, dignidad individual, la discriminación hacia la mujer (que ha de apartarse de la sociedad): todo eso es "El alcalde de Zalamea", pero también es un pueblo enjaezando caballos, poniendo a punto uniformes, enterrando cables de sonido, probando micrófonos, cantando, bailando, tocando música en directo, aprendiéndose papeles (hay mujeres embarazadas que han actuado en la obra cuyos hijos ya participan en ella), ensayando en el colegio a las doce de la noche, con el calor infernal de estos días. Debutan nuevos actores y actrices, de todas las edades, pero también cosen ropas, preparan escenografías y luces para que podamos escuchar aquello de que al rey la hacienda y la vida se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios.

"Labrador fue Pedro Crespo y labrador es mi padre ¡Vivan tos los labraores¡ aunque ya no sean alcaldes". 

¡Vivan!