Las bajas temperaturas en las primeras horas de los días de invierno nos pueden mostrar un buen repertorio de fenómenos hídricos vinculados a la condensación del vapor de agua y a la solidificación del agua líquida. Este puede ser un buen motivo para salir a dar un paseo por nuestros campos con el teléfono móvil en mano y así tomar unas fotografías. Veamos algunos de ellos.
El rocío es conocido por todos y no sólo aparece en invierno, sino también en otoño y en primavera. Son esas gotas de agua fresca que aparecen sobre las superficies de los objetos expuestos al aire libre. Ocurre cuando éstos se enfrían de forma más rápida que el aire que tienen en contacto. Ocurre antes en los metales que en los vegetales. Con la bajada de la temperatura ambiental aparece la condensación de la humedad. Es observable durante la noche y las primeras horas de la mañana antes de que el Sol empiece a calentar el suelo. Además, es favorecido si el cielo está despejado ya que la nubosidad dificulta que el suelo se enfríe con efectividad.
Hay ocasiones, sobre todo si la temperatura no es muy baja y la humedad muy alta, en el que los aportes de agua líquida son importantes, tanto que en zonas áridas los acumulados pueden ser equiparables a lo que deje la lluvia. Forma así un buen sustento para la flora y la fauna de invertebrados.
Si la temperatura cae por debajo de los 0ºC, el vapor de agua pasa directamente a estado sólido (sin pasar por el líquido) en un proceso de sublimación inversa. Aparece la helada o escarcha. Todos la hemos visto alguna vez en los campos extremeños y más este invierno. Son esos finos cristales de hielo que aparecen sobre ramas de árboles, tallos de plantas, hojas, postes… No hay que confundirla con la cencellada que veremos más abajo.
En contra de lo que pueda parecer, se trata de un hidrometeoro muy beneficioso ya que evita que se congelen las hierbas y otros vegetales carentes de estructuras rígidas. Además, dada su finura son más fáciles de derretir en cuanto caliente algo el sol.
Acabamos de comentar que el rocío y la helada se forman por deposición líquida o sólida del vapor de agua sobre los objetos, pero puede ocurrir que las gotículas de agua queden sustentadas en el aire. Hablamos ahora de las nieblas, neblinas y brumas. La presencia de esas gotículas de agua (de entre 1 y 40 µm) reducen la visibilidad. Si no vemos más allá de un 1km hablamos de niebla; si alcanzamos los 5km, neblina; y si nuestros ojos alcanzan hasta los 10km, estamos ante una bruma.
Tan pequeñas son las gotículas que dan la sensación de que flotan, pero no. Caen hacia el suelo, pero su diminuto tamaño hace que sean imperceptible para nosotros. En todo caso, su velocidad de caída es pequeña, de apenas 1cm/s, lo que hace que sean fácilmente trasportadas horizontalmente por el viento.
Pero no todas las nieblas son iguales. Hay diversos mecanismos, pero aquí en Extremadura predominan tres:
La niebla de montaña ocurre cuando una masa de aire es obligada a ascender por una ladera. Al enfriarse, se condensa el vapor de agua que contiene. Muy habitual en el norte de Cáceres, Las Villuercas o Tentudía.
En noches serenas y con viento en calma o muy débil el aire frío tiende a regazarse sobre los fondos de los valles. Allí continúa de forma más acelerada su enfriamiento originándose las nieblas en toda la hondonada. Habitual en los meses fríos en las vegas del Guadiana y del Tajo.
En las primeras horas de la mañana es relativamente frecuente ver un “humillo” procedente de aguas estancadas o con escasa movilidad. Son las nieblas de vapor cuyo origen, como indica su nombre, es el vapor de agua procedente de ríos y embalses, principalmente. Los habitantes cercanos a los embalses de La Serena y del Cíjara lo saben bien.
En cualquier caso, el exceso de estos tres hidrometeoros desempeña también una importante función contraproducente en las enfermedades de las plantas, en la actividad de los insectos y en la recolección y la conservación de los cultivos.
Con niebla y con temperaturas bajo cero tenemos la cencellada. Es parecida a la escarcha, pero tiene sus diferencias. Se forma por congelación directa del agua líquida sobre las superficies. Es lo que se llama agua subfundida: agua líquida a menos de 0ºC. La presencia de una ligera brisa hace que adopten forman alargadas, como si fuesen carámbanos.
Los dos siguientes bien podrían aparecer en una novela de terror. El primero es el arco de niebla. No es un fenómeno hídrico en sí, pero se forma debido a la presencia de las minúsculas gotas de agua presentes en la atmósfera. Su fundamento físico es similar al del arco iris: se forma cuando los rayos de luz atraviesan las gotículas que forman la nube. Como son de un tamaño notablemente menor que las gotas de lluvia, la dispersión de la luz es menos notoria; esto es, que no se llega a descomponer en los colores del arco iris y aparece un arco blanquecino muy difuminado, más pequeño y ancho que el arco iris. Recuerda que el blanco es la suma de todos los colores del espectro de la luz.
Y el otro es el espectro de Brocken. Si en un día de niebla muy tenue te subes a un montículo de tal forma que la dejes por debajo de ti, no será muy difícil que veas este singular fenómeno. Al igual que el anterior, el espectro de Brocken no es un hidrometeoro, pero es fundamental que haya la presencia de gotas de agua en el ambiente. Para ello, colócate de espaldas al Sol y podrás ver tu sombra proyectada sobre el mar de nubes además de una aureola alrededor de tu cabeza, como si fueras un santo.