En agosto de 2022 se formó frente a las costas catalanas una estructura tormentosa de varios cientos de kilómetros. En ella los núcleos tormentosos se organizaron de forma lineal, realimentándose unos a otros, por lo que su ciclo vital duró varias horas, pudiendo completar un día. Su trayectoria es rectilínea, directa, derecha, de ahí su nombre. Sus efectos son devastadores, parecidos a los de un huracán, pero con la diferencia de que los ciclones tropicales giran; los derechos, no.
Surgió debido a la entrada de aire frío en altura. Allí tomó como combustible el vapor procedente del cálido Mediterráneo cuyas aguas se encontraban con temperaturas entre los 28 y los 30ºC, lo que supone 3 y 4ºC por encima de lo habitual. En cuanto aparecieron las primeras nubes, el sistema nuboso puso rumbo hacia Córcega donde se registraron rachas de viento superiores a los 220km/h. Penetró en Europa por el norte de Italia, recorriendo más de 1.600 kilómetros con tormentas y descargas eléctricas que superaron las 200.000.
En septiembre de 2023 se publicó un estudio sobre la atribución climática del evento; es decir, qué grado de responsabilidad tiene el cambio climático antropogénico en este asunto. Para ello, los científicos ejecutan los modelos de dos maneras: con la actual cantidad de CO2 atmosférico y con la que había en época pre-industrial. Los resultados son clarísimos: de haberse dado hace siglo y medio hubiera sido mucho más débil, más efímero y menos probable.
Damián Insúa fue un de los principales autores del trabajo y lo entrevistamos en "El Sol sale por el oeste" el pasado 19 de septiembre de 2023.