“Se trata de un desastre natural que afecta a la mitad del país” Así de contundente se ha pronunciado la Autoridad Nacional para el Seguimiento de la Sequía (NDMA) refiriéndose a la hambruna inminente que amenaza a Kenia y a otros países. Las zonas más afectadas han sido los condados del norte, el noreste y las áreas de costa del país que ya claman ayuda alimentaria en los próximos seis meses.
Potencialmente hay al menos 2,4 millones de personas corren el riesgo de no poder llevarse nada a la boca en lo queda de año y al comienzo del próximo si las condiciones climáticas no cambian (y parece que no). Es el triple respecto al año pasado, advirtió el viernes el Programa Mundial de Alimentos.
Las precipitaciones registradas desde la primavera han sido exiguas. En los condados del norte y del este los acumulados apenas alcanzan la cuarta parte de lo habitual.
Las pocas lluvias que se llevan arrastrando desde 2020 y se que se han agudizado entre marzo y mayo de este año, las plagas de langostas, la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 y la inseguridad alimentaria debido a la pobreza han complicado la situación en extremo. Sobre el problema de las langostas ya hablamos aquí https://www.canalextremadura.es/noticias/meteorologia/ciclones-en-el-desierto
Decíamos antes, las previsiones no son muy halagüeñas. Los modelos climáticos pronostican precipitaciones del trimestre octubre-diciembre por debajo de la media y, en cambio, las temperaturas, por encima de lo normal. Por este motivo, en julio la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación avisó que el país necesitaba 9.400 millones de chelines kenianos (unos 73 millones de euros) para mitigar los efectos de la sequía entre julio y noviembre
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La semana pasada, el presidente Uhuru Kenyatta declaró que la sequía era un desastre nacional y prometió “medidas integrales de mitigación de la sequía”.
La escasez de alimentos ya afecta a buena parte de la población. Varias organizaciones hablan de un 60% menos de comida en los condados más castigados. Esta circunstancia ha provocado el resurgimiento de conflictos tribales en busca de recursos, la disminución de recursos laborales y un aumento del precio de la comida (cada vez más escasa) en las áreas urbanas, sólo al alcance de los más afortunados.
Anteriormente mencionábamos que la actual pandemia tampoco ha puesto las cosas más fáciles. Las medidas de distanciamiento social han restringido las labores agrícolas comunales las cuales, además, han repercutido en una disminución de las actividades agrícolas y de producción. Tal es la situación, que es muy probable que la cosecha de maíz sea un 50% menor en las regiones más afectadas por el déficit de precipitaciones, además de otros cultivos.
Esta sequía recuerda a la gran hambruna de 2011 que provocó varias decenas de miles de muertos. Entonces no sólo afectó de lleno a Kenia, sino también a iSomalia y Etiopía y, de forma menos severa, a otros países del Cuerno de África como Yibuti, Sudán, Sudán del Sur y Uganda. En la memoria más reciente está la sequía de 2017 que afectó de lleno a 2,5 millones de personas.