Esta misma mañana de martes la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) publicaba un nuevo estudio en el que se vuelve a asegurar, otra vez, que los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos en España.
Hace apenas una semana que hemos cerrado un verano climatológico caracterizado, de nuevo, por los grandes extremos meteorológicos no sólo a nivel nacional, sino mundial. Baste recordar las intensas olas de calor de Canadá y de Grecia, con pavorosos incendios asociados; la intensificación de la sequía en Norteamérica y la ola de frío de Sudáfrica, de Australia y la de Sudamérica que, en el paso de pocos días, llevaron a los termómetros a registros por encima de los 30ºC.
No me olvido de las inundaciones de Alemania y Bélgica y de China o las que azotaron a la vecina de provincia de Toledo y otros puntos del Levante hace una semana. O la ola de calor, de nuevo con máximos históricos, de mediados de agosto que afectó, fundamentalmente, al centro peninsular pero que dejó un récord en la ciudad de Cáceres. Como veis, la lista es generosa.
Sobre ese episodio de altas temperaturas se habló mucho debido a la viralidad que sufrió una fotografía de la portada del semanario “El Español” de agosto de 1957, en cuya cabecera aseguraba que habían medido 50ºC en La Mancha. Ya dije que ese dato me parecía desproporcionado y erróneo, pero fue una excelente excusa para que los negacionistas del cambio climático de origen antrópico arremetieran contra el consenso de la comunidad científica.
Si tiramos del Banco Nacional de Datos, en ese año no hubo ninguna estación que alcanzase esa cifra. Ni ese año, ni en ningún otro. Ni en la península, ni los archipiélagos, ni las dos ciudades autónomas. Lo más parecido son los 50,7ºC alcanzados en julio de 1961 en Semara, en el Sáhara Occidental, cuando España tenía colonias. Y, si hacemos el cómputo nacional, resulta que la temperatura media del verano de 1957 queda muy lejos, de los valores de los últimos años.
En este mismo sentido, no hay dudas del aumento de los episodios vinculados con el calor: olas de calor y noches tropicales, aquellas cuyas temperaturas mínimas o superiores a los 20ºC. Si lo comparamos con décadas anteriores, se ha duplicado el número de noches tropicales y claramente superiores el número de días en que se baten récords históricos y la duración de las olas de calor.
El verano de 2003 fue calificado como el más cálido en el continente europeo en los últimos 500 años llevándose por delante 80.000 personas más de lo habitual según datos de exceso de mortalidad, expuestos en un informe a petición de la Unión Europea dentro del programa de acción comunitaria de la UE para la salud pública.
Pero no sólo la comunidad científica pone el centro de atención en la temperatura del aire, sino también en la del mar. La gran capacidad calorífica del agua, hace que los océanos jueguen un papel termorregulador imprescindible en todo el sistema climático.
El mar Mediterráneo está siendo objeto de observación desde 1982. El Servicio de Cambio Climático “Copernicus” combina en sus trabajos datos de modelos numéricos con observaciones de todo el mundo. Y el resultado es claro: las aguas superficiales en las zonas marítimas y costeras de España se está calentando de manera muy significativa (una probabilidad superior al 95%), siendo casi el doble en verano que en invierno lo cual repercutiría en lluvias más intensas en otoño en el área del litoral.
El problema al que se enfrenta la Humanidad es más serio de lo que, a priori, parece. Están en juego ingentes cantidades de dinero y, sobre todo, un número importante de personas que les puede afectar de lleno los efectos del calor en su salud.
Tenéis el estudio en toda su extensión, aquí:
https://aemetblog.es/2021/09/06/tiempo-clima-e-intensificacion-de-fenom…
Las inundaciones de Alemania del pasado julio, una prueba más del cambio climático antropogénico
Los científicos concluyen que la ola de calor de Canadá es imposible sin la influencia humana
La ola de calor de Siberia del año pasado, imposible sin la influencia humana