Siempre que hablamos de episodios de calor y de veranos con récords de altas temperaturas asoma una pregunta: ¿tendrá que ver este calor, con el calentamiento global más que con la dinámica natural del clima? ¿Qué peso tienen la emisión de gases de efecto invernadero en este episodio?
No son preguntas que se puedan responder de manera sencilla, ni rápida, pero desde hace algún tiempo se han desarrollado estudios específicos para conocer cuánto y cómo ha influido la actividad humana en las cada vez más frecuentes olas de calor. Son lo que se conoce como estudios de atribución
Decíamos que estos estudios no son sencillos ni rápidos y de momento no tenemos este tipo de información acerca de este julio en particular y de este caluroso verano en general. Estaremos atentos. Lo que sí hemos conocido en esta última semana es la relación entre el cambio climático y el calor de la primera mitad de este 2020 en Siberia, con récord incluido de más de 38ºC el pasado mes de junio.
Científicos de Francia, Alemania, Países Bajos, Rusia, Suiza y el Reino Unido han colaborado para examinar qué papel ha tenido el cambio climático inducido por la actividad humana en este primer semestre del 2020 y para evaluar cuánto más cálido y probable ha sido este episodio en este contexto de alteración de las condiciones naturales del clima.
Con las condiciones actuales del clima estas altas temperaturas en Siberia son unas 600 veces más probables que sin el cambio climático de origen antrópico
El resumen es que este evento cálido en Siberia ha sido unas 600 veces más probable en esta situación de cambio climático de origen antrópico de lo que lo hubiera sido sin el peso de las emisiones de la actividad humana desde la revolución industrial y que este mismo evento de altas temperaturas hubiera sido 2 grados más frío si se hubiera dado con las condiciones del año 1900 (condiciones pre industriales) que en este 2020.
Y las proyecciones para el futuro no pintan nada bien. En este mismo estudio apuntan que en 2050 serían probables incrementos de la temperatura en esa zona, en Siberia, de hasta 5º en comparación con los de hoy. Con los problemas que eso llevaría asociados: incendios forestales, desaparición de miles de kilómetros cuadrados de permafrost, liberación de gases como el metano de bolsas subterráneas…
Pero no solo en este último evento, si hacemos un repaso a algunos de los últimos episodios de calor en áreas próximas nos encontramos que la ola de calor de junio de 2019 en el oeste de Europa hubiera sido hasta 3 grados menos intensa y los más de 40º que se registraron en Francia o en Países Bajos hubieran tenido muy pocas posibilidades de alcanzarse
En los Países Bajos se alcanzaron los 40ºC en junio de 2019 por primera vez desde que se tienen registros. El periodo de retorno de esas temperaturas sin las actuales condiciones de cambio climático serían de aproximadamente 1000 años
El año anterior en 2018, le tocó sobre todo a Escandinavia y el norte de Europa, que sufrieron los meses de mayo y junio más caluroso de sus series y centenares de incendios forestales. Unas olas de calor y unas sequías que son ahora 2-3 vedes más probables en esas zonas que hace un siglo.
Estos estudios apuntan a que el calentamiento global es el factor principal que propicia estas olas de calor y que prácticamente todo ese calentamiento global es atribuible a factores humanos
Y no solo en zonas próximas, los resultados de los episodios de ola de calor en la India en 2016, los de Australia de 2015 o incluso el cálido invierno del 2017 en Estados Unidos nos dejan conclusiones parecidas: las probabilidades de ocurrencia de estas eventos son mucho más altas en este contexto de cambio climático de influencia humana que en épocas preindustriales.