27 Marzo 2025, 13:03
Actualizado 27 Marzo 2025, 13:03

Badajoz acoge una jornada centrada en la realidad de los menores víctimas de la violencia vicaria. Se enmarca en el proyecto Mariposas, de Cruz Roja y la Diputación de Badajoz, que trabaja desde hace tres años con estos jóvenes. Una labor necesaria ya que está demostrado que estos menores sufren consecuencias en su desarrollo neurológico y emocional.

Hay tipos de secuelas poco estudiadas

Natalia Hidalgo lidera un proyecto de investigación en la Universidad de Granada. Habla de depresión, estrés postraumático, ansiedad: "Estas secuelas tienen una repercusión en su día a día, en su calidad de vida, en su rendimiento académico". Pero Hidalgo se ha referido también a otro tipo de secuelas "poco estudiadas", como las neuropsicológicas: "problemas de memoria o de atención".

En la jornada se ha ofrecido un dato: el 30% de los menores que han vivido episodios de violencia machista en casa serán víctimas o maltratadores. El proyecto Mariposas trabaja con ellos para evitarlo. "Se autoprotegen de una manera o de otra y a nosotras no nos cuentan directamente qué es lo que les sucede, porque ellos tienen como una realidad de alivio, refrescan su vida, la humanizan", asegura María Gómez, responsable del proyecto y experta en violencia de género.

Trabajan con 303 personas, de ellos 185 menores

Ahora trabajan con 185 menores, algunos adolescentes que podrían ir asumiendo, además, el machismo y las desigualdades como algo natural del hombre y convertirse en posibles maltratadores por derecho propio. Olmo Morales, de la Universidad Complutense de Madrid, busca con hombres fórmulas para evitar ese impacto: "Los hombres, por el mero hecho de haber nacido en una sociedad machista, patriarcal, disfrutamos de privilegios y ejercemos de una manera más o menos consciente pequeñas microviolencias con las mujeres. Entonces, en vez de atajar y trabajar con esos hombres especialmente violentos, la apuesta es trabajar con todos los hombres, porque de alguna manera todos nos aprovechamos de esa desigualdad y la reproducimos".

Olmo destaca que expresar vulnerabilidad no es síntoma de apoyo feminista; de hecho, él ha observado en la terapia que los hombres que más lloran son los más violentos.