16 Julio 2021, 15:04
Actualizado 26 Julio 2021, 14:45

Antígona, Penélope, Medea, Elena de Troya, Fedra o Hécuba. Y este año, Cleopatra, Hipatia y Las Suplicantes. Son todas mujeres que han protagonizado o protagonizan obras del Festival de Mérida. Versiones más o menos feministas basadas en textos y fuentes más o menos machistas (pero siempre machistas, obviamente).

Sobre todas ellas, nos han contado una historia a lo largo de siglos, empañada (como todas las historias y todas las fuentes) de intereses, de política y propaganda y también de ficción, de mucha ficción. Se han contado y creído mitos, tragedias y comedias (casi siempre escritas por hombres), y muchas novelas. Y se han rodado películas que han sido auténticos taquillazos.  Pero como el Teatro sirve para observar otras vidas y así, poder pensarnos (en Roma,  aparte de divertir, el Teatro ya moralizaba y en el Renacimiento, se introdujo como parte de la educación), vamos a intentarlo.

¿Nos han contado la verdad sobre ellas?, ¿podemos, a través del relato que nos ha llegado, conocer la historia de la mujer y por tanto, nuestra historia?, ¿o solo podemos atisbar partes de la historia de algunas mujeres?

¿Podemos, a través del relato que nos ha llegado, conocer la historia de la mujer y por tanto, nuestra historia?

De eso hemos hablado con Santiago López Moreda, que es Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Extremadura y director de las conferencias del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. López Moreda considera que las fuentes son claras, pero que hay que conocerlas y, sobre todo, poner a la mujer en su contexto histórico. Se llama "reflexionar sin anacronismos" sobre si lo que nos han contado nos ayuda o no a explicarnos. Pero no es fácil, avisamos.

Cleopatra y la propaganda romana

Hizo perder a Marco Antonio el juicio…y el prestigio. Eso pensaba Roma de Cleopatra y así la retrató: como una harpía, que ya saben, es un insulto, por supuesto, misógino. Y así es como la hemos visto en el cine y en las series, y también en el Teatro: como 'femme fatale'. Una mujer ninfómana, sensual, ardiente y a la vez, fría y manipuladora. “En el fondo, creo que ella le quería”, dijo el día del estreno de Antonio y Cleopatra, de José Carlos Plaza, una espectadora que estaba sentada a mi lado.

“Hablaban de ella de forma despectiva porque, en Roma, se consideraba que Antonio se dejaba gobernar por ella y por el lujo de Oriente. Y no había nada más antirromano que eso”, explica López Moreda. “Pero detrás de la obra de Shakespeare está la reflexión del poder más que el retrato de Cleopatra” asegura, “y sobre eso, no se piensa tanto”. No tanto, es cierto. Quizá sea lógico que nos nuble la mente la misoginia que desprenden las fuentes, especialmente si nosotras nos seguimos reconociendo en ello. 

 

Antonio y Cleopatra, de José Carlos Plaza, ha sido la primera tragedia de esta edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida
Antonio y Cleopatra, de José Carlos Plaza, ha sido la primera tragedia de esta edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida

 

Hipatia de Alejandría, una mujer de la que se habla mucho y sabe muy poco 

Hipatia protagoniza la tercera obra del Festival. Es la primera vez que se hace Teatro sobre esta mujer. Ya se rodó una película, “Ágora”, de Alejandro Amenábar y se escribió una novela, “El sueño de Hipatia”, de José Calvo Poyato.  Pero “de Hipatia de Alejandría no hay tantas fuentes históricas”, detalla López Moreda, por lo que la literatura y el cine “respetan lo que se sabe solo hasta cierto punto”. “Lo que sí se sabe es que Hipatia transmitía los saberes propios del mundo clásico y que eso, chocaba y mucho con los cristianos”.

También se sabe que la mataron, a Hipatia, en el siglo V de nuestra era. Y así, entre las fuentes y la ficción, nos hacemos a la idea de una mujer inteligentísima, que era filósofa, astrónoma y matemática (de esto sí hay evidencias históricas, y también de que perfeccionó los astrolabios para ubicar mejor las estrellas y de que inventó una suerte de calculadora).

Fue maestra en la Biblioteca de Alejandría y hay quien dice que llegó incluso a dirigirla (esto ya no está tan claro). Porque Hipatia estudió y mucho. Era hija de un filósofo y de un maestro y eso le abrió puertas que para la mayoría estaban cerradas a cal y canto. Tantas, que incluso aparece en la “Escuela de Atenas”, de Rafael. Mirada tímida, inteligente… la única mirada de mujer entre hombres; entre ellos, que son también los que han escrito su historia y la de tantas otras. Ahora, es símbolo del feminismo aunque lo cierto es que ninguna fuente histórica ha contado que la mataran por ser mujer ni por ser científica.

Hipatia es la única mujer en "La Escuela de Atenas", de Rafael. Aparece en la esquina inferior izquierda.
Hipatia es la única mujer en "La Escuela de Atenas", de Rafael. Aparece en la esquina inferior izquierda.

Las Suplicantes, mujeres que se levantan

Si las de Hipatia y Cleopatra son historias de mujeres muy concretas (ni todas podían estudiar como la astrónoma ni todas eran reinas eruditas de Egipto), 'Las Suplicantes', que mezcla dos tragedias homónimas de Esquilo y Eurípides en la última obra del Festival, nos acerca más a la historia de la mujer anónima.

En Esquilo, son las Danaides las que se niegan a casarse con sus primos y en Eurípides, son las madres de los soldados muertos en batalla, las que se levantan para poder enterrar sus hijos. “El feminismo en Esquilo, desde mi punto de vista, está fuera de lugar”, opina Rafael López Moreda, “en Eurípides, se podría entender más”.  Para el catedrático, se trata de una lucha “por la libertad individual, que está en todo el estoicismo”. Y qué es, si no eso, la lucha por la igualdad.

Las Suplicantes será la última obra del Festival de Teatro Clásico de Mérida este año
Las Suplicantes será la última obra del Festival de Teatro Clásico de Mérida este año

Una vez, en una conferencia, le preguntaron a Mary Beard, Catedrática de Clásicas de la Universidad de Cambrigde y Premio Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que con quién le gustaría hablar si pudiera viajar a la Roma o a la Grecia clásica. “Con un esclavo y a poder ser, con una mujer”, respondió.

Hay muchas historias para intentar contar la historia de la mujer y ninguna completamente contada. Y es lógico que el feminismo trate de recuperarlas todas porque para solucionar el machismo, hay que arrancarlo de raíz, y la raíz está en lo más profundo de ese pasado y enterrada por los siglos de los siglos. Mujeres del pasado porque el pasado siempre vuelve y porque además, revuelve, y más si ese pasado no está del todo claro.

Gracias, querido Teatro, por encendernos la bombilla de vez en cuando.