Figura imprescindible de la cultura rock nacional, el placentino Robe regresó esta noche en Cáceres a los escenarios en un contexto postpandemia, para retomar su gira en solitario que el año pasado bautizó como “Ahora es el momento” (que le llevó a actuar en auditorios con un corte más intimista debido a la covid) y que ha renombrado como “Ahora es cuando”.
“Buenas noches a todo el mundo. Ya teníamos ganas de veros. Lo que pasa es que sois muchos y me ponéis nervioso”, exclamó Roberto Iniesta tras acaparar el escenario con su banda, bajo los acordes de “El tiempo perdido”, de su disco “Destrozares. Canciones para el final de los tiempos”, su segundo álbum en solitario y uno de los más tristes y sinceros de su carrera.
Antes de los primeros acordes, una voz en off marcó el tempo con unos versos del poeta Manuel Muñoz Sánchez, más conocido como Manolo Chinato, un poeta natural de Puerto de Béjar, aunque de alma extremeña.
Las 8.000 personas que poblaron el Recinto Hípico cacereño recibieron al vocalista, guitarrista y compositor con intensidad, que subió al escenario con apenas 15 minutos de retraso, pese a elegir unos temas de corte más melancólico para arrancar el show.
No hubo ‘sold-out’ en Cáceres para dar el pistoletazo de salida a la gira. Sí colgó Robe el cartel de agotado el pasado 5 de mayo para su próximo concierto en el Madrid Escena, el 11 de junio.
Ya no sorprende comprobar cómo el extremeño reúne a un amplio espectro de seguidores: adolescentes que empiezan a aficionarse a ese rock transgresivo y lírico, y adoradores de Extremoduro desde hace más de tres décadas.
Público de Madrid, Segovia, Alicante, Sevilla y Badajoz se desplazó anoche hasta Cáceres para vivir el arranque de su gira. Arropado por Álvaro Rodríguez (piano y hammond), Carlitos Pérez (violín), Alber Fuentes (batería), Woody Amores (guitarra), Lorenzo González (coros y guitarra) y David Lerman (bajo), el placentino jugó en casa.
“Disfrutad del momento. Porque si no es ahora, ¿cuándo?”, exclamó el tras el primer tema, con una playlist que siguió desgranando su álbum “Destrozares” con el tema “Por encima del bien y del mal” y “Querré lo prohibido”.
Un solo de guitarra de Robe y un violín punzante introdujeron los cuidados arreglos instrumentales del tema “Un suspiro acompasado”, con el que retrocedió a 2015 y su primer álbum de estudio en solitario: “Lo que aletea en nuestras cabezas”.
“No me importa que se use el móvil, pero el palo selfie todo el rato, no”, advirtió a un asistente. “A no ser que seas muy pequeñito y lo estés usando de periscopio. Estamos disfrutando del momento, no lo querrás grabar para luego disfrutarlo en casa. Digo yo”, interrumpió Robe al final de ese tema, resucitando su vieja polémica de prohibir usar móviles en sus conciertos.
El ropaje folk y melódico también se vio interrumpido cuando comenzaron a sonar los acordes de “La canción más triste” (volviendo a “Destrozares”), tras el que hizo una breve pausa para regresar por sus fueros con “No me calientes que me hundo”, del álbum “Dónde están mis amigos”, el primer guiño que hizo a Extremoduro.
Con aires de “Tango suicida”, del álbum “Material defectuoso”, el concierto ya había entrado en un segundo tramo, rescatando canciones de Extremoduro como “Dulce introducción al caos”, con la que llegó la catarsis inicial.
“Ininteligible” devolvió al público al Roberto Iniesta actual. Su último single, estrenado hace apenas una semana, se ilustra con la banda silueteada en el Palacio de Congresos de la capital del Jerte, lugar elegido por Robe y los suyos para sus ensayos previos al inicio de sus giras.
“Tengo la voz un poco cascada de hacer entrevistas por el aire acondicionado. Así que vamos a parar 15 minutos para que vayáis a beber o a mear o a lo que os dé la gana, pero que no es vean”. Esos 15 minutos se convirtieron en media hora de descanso.
El regreso lo marcó la apabullante sinfonía de su “Mayeútuca”, un álbum (el tercero en solitario del extremeño) de una sola canción donde reivindica a los filósofos clásicos, concretamente a Sócrates, y que entronca con las referencias a Cicerón de “La ley innata”.
Arrancó con el “Interludio”, dejando que entre los violines irrumpieran las guitarras potentes de su rock muy trabajado, con estribillos poéticos del estilo “Que no quiero asomarme ni al fondo de mí mismo. Que pierdo el equilibrio. Y yo solo quiero hacerte bailar como una puta loca”.
Tras la orquestal mayeútica, un breve silencio se rompió con el clásico “Salir” del álbum “Canciones prohibidos”, con el que entró en el último bloque del concierto enchufando temas míticos de Extremoduro. “Si al final me quedo afónico, cantad vosotros que para eso habéis pagado, cabrones”, bramó Robe antes de tocar otros dos himnos del rock de los 90 para desbocar al público: “Puta” y “Ana, ama y ensancha el alma”, con los que cerró este primer bolo.
Su gira se prodigará hasta noviembre de este año, con el cierre (previsiblemente) en San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), con 39 conciertos en festivales, campos deportivos, estadios y plazas de toros y con la incógnita de saber si, en algún momento, se rescatará esa gira de despedida pendiente con Extremoduro, que la pandemia dio al traste.
Robe inicia hoy en Cáceres su nueva gira, "Ahora es cuando"