18 Julio 2024, 16:03
Actualizado 18 Julio 2024, 16:03

Era verano de 1977 cuando Francisco Nieva ponía en pie en el Teatro Romano de Mérida la que era una de sus primeras obras en estrenarse: La Paz. (Celebración grotesca sobre Aristófanes). La dirigía Manuel Canseco, que era quien le había encargado el texto. Luego la llevó a Madrid.

Las críticas valoraron su lenguaje "novísimo, barroco, surrealista a veces" o la "genialidad en el manejo del castellano". Una grúa era la que colocaba al escarabajo en escena.

En la propuesta de 2024, dirigida por Rakel Camacho, no hay grúa. Hay un escarabajo hinchable. Y una hormigonera y unas carretillas que manejan los esclavos que fabrican las heces para que el escarabajo pelotero del viñador Trigeo pueda alimentarse. Y para que pueda volar hasta el Olimpo a pedir la paz, en plena guerra del Peloponeso. No hay grúa, pero sí está el mismo lenguaje lírico y elevado, propio del autor manchego.

De él también hereda Camacho la libertad de creación en escena. No es su primera vez montando textos de Nieva: con Coronada y el Toro tuvo mucho éxito. Las obras del autor de Valdepeñas casi no se representan. Dicen los directores que no es nada fácil. Pero Camacho arriesga.

La escatología es herencia de herencia: ya la usó Aristófanes en el siglo IV antes de Cristo, pero sigue haciendo reír a mucha parte del público en el siglo XXI.

Exclusivos de Francisco Nieva sí son los chascarrillos manchegos, aunque en escena se hacen al modo de Joaquín Reyes. El humorista de Albacete es un Trigeo muy quijotesco. Ve molinos. Y se deja ver como el cómico de profesión que es, reconocido por sus sketches y programas televisivos.

Más cuesta reconocer a otra humorista, Sara Escudero. Debuta como el dios Hermes y habla y se mueve como un duende, como un dibujo animado. Ni rastro de la monologuista.

La Guerra, que es la actriz y cantante Astrid Jones, fascina y estremece con sus gestos, su voz y los fetos que conforman su vestuario. Y la Paz, encerrada en un contenedor, acaba saliendo. Y brillando: es que es Laura Galán.  
 
Los números musicales salpican la trama y divierten a los espectadores. Pero la Corifea, que es Ángeles Martín, les advierte: que no se pierdan, que no se desorienten. Que están viendo una celebración grotesca de Aristófanes. Una fantasía. 

Algunos verán un alegato a la paz. Otros se perderán en un sueño. Y hay quien verá a Kafka, que para eso hay un escarabajo. Y mucho surrealismo.

Aquí paz. Y después gloria. Bueno, mejor dicho...: aquí paz y después, Nieva.

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Joaquín Reyes en 'La paz'
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Joaquín Reyes, un héroe "quijotesco y con retranca manchega"