El último drama de William Shakespeare habla de ética política, pero también de pasiones, de relaciones madre e hijo y de violencia. Y retrata el alma humana como solo sabía hacerlo el dramaturgo inglés. El primer retratado es el protagonista: Roberto Enríquez encarna a Coriolano, el brillante general romano capaz de jugarse la vida por Roma pero incapaz de amar a la plebe y, por tanto, de desarrollar su carrera política como cónsul. Un personaje al que se detesta pero que también fascina, en palabras del propio actor: "le admiras porque tiene esa integridad y le desprecias porque es clasista. Y esta ambivalencia se produce todo el tiempo."
Enríquez regresa a Mérida tras participar, en 1990, en La Orestíada de Esquilo junto a José Carlos Plaza. También vuelve Carmen Conesa, que ya estuvo en el Teatro Romano con Rómulo el Grande en 1995 y el año pasado, en el Teatro María Luisa, con Medea. Ahora será la madre de Coriolano.
Debutante es Álex Barahona, que será el cónsul al que sirve Coriolano cuando es exclusivamente militar. Mientras que María Ordóñez, que ha interpretado papeles en tres comedias del Festival, se mete ahora en la piel de la esposa del héroe trágico: "es la más humana de los personajes, porque está fuera de la política y no quiere que Coriolano vaya a la guerra porque teme perder al amor de su vida".
Juan Díaz y José Luis Torrijo son los tribunos de la plebe. Libertadores pero también exponentes de un pueblo holgazán: llenos de contradicciones como el resto de personajes.
"Coriolano es perfecta en la programación en este momento"
Es Shakespeare, pero siendo una versión (de Antonio Simón, el director y Juan Asperilla) hay sorpresas: Beatriz Melgares interpreta a varios personajes que son hombres en el texto original. Uno de ellos es el lugarteniente de Aufidio, general del ejército volsko y antagonista de Coriolano. A Aufidio le dará vida Javier Lara, que ha querido advertir en la rueda de prensa que siente que "Coriolano es perfecta en la programación en este momento", insinuando la rabiosa contemporaneidad de los temas de este drama.
Nueve personas componen un elenco que se moverá por una escenografía firmada por Paco Azorín. Alguno ha dicho que cantará. Y han adelantado también que lucharán con espadas muy cerca del público. Les ha entrenado Jesús Esperanza, todo un referente de la esgrima. Los espectadores, por cierto, deben estar atentos: se les interpelará a veces como Senado, otras veces como la plebe y otras, como al enemigo de Roma. Y se llevarán a su casa muchas preguntas y miles de reflexiones. Es lo que suscita Shakespeare en toda su obra dramática.