Las primeras pinceladas de la figura del fanfarrón la encontramos en La Ilíada, de Homero. Nos cuenta el catedrático de universidad Eustaquio Sánchez. "Tersites un personaje que dice que es mejor que Agamenón, y no es ni soldado, es un fanfarrón". Es Aristófanes quien posteriormente añade a este tópico el rasgo de soldado. Los soldados son hombres valientes, que conquistan territorios, es fácil pasar esa línea de la fanfarronería.
El siguiente paso lo dan los latinos, Plauto y Terecio, que "le añaden un elemento más, la fantasía amorosa, la aventura amorosa, continúa Eustaquio Sánchez.
Desde entonces esta figura se ha desarrollado en la literatura hasta el siglo XIX. "En la comedia de arte europea de los siglos XV y XVI, el soldado fanfarrón no será un aventurero amoroso, será un español soberbio, marrano, es decir, de estirpe judía, y salvaje."
Y así llega esta semana al Teatro Romano, bajo la perspectiva de Pep Antón, director de Miles Gloriosus. "Como militar se piensa que todo el mundo le teme, que todas las mujeres le quieren, los demás se lo hacen creer, y eso lo hace más entrañable. Y cuando le dan la lección, directamente se convierte en entrañable".
Pero trasladado a hoy día, ¿cómo sería el fanfarrón?. O dicho de otra manera, ¿quién se te viene a la cabeza cuando piensas en un fanfarrón?