Una educación sexual integral protege a los niños y a las niñas y ayuda a construir una sociedad más segura e inclusiva. Esta es la reflexión de Dunja Mijatovic, comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa. Y es que la sexualidad es una parte integral de la vida humana. En un informe de 2010 sobre educación sexual, el Relator Especial de la ONU señaló que “la educación sexual debe ser considerada un derecho en sí mismo”.
En este sentido, Esther Calvo, psicóloga y sexóloga, ha incidido, en el programa informativo matinal de Canal Extremadura, 'Ahora Extremadura', en la importancia de una educación sexual integral que acompaña al individuo desde el nacimiento hasta la edad adulta. Este enfoque no sólo comprende aspectos de la sexualidad humana relacionados con las relaciones sexuales, sino que abarca todo el espectro evolutivo del ser humano.
La educación sexual, en su concepción más amplia, incluye temas tan fundamentales como el conocimiento del propio cuerpo, el consentimiento y el respeto por las elecciones y límites personales.La sexóloga señala a la ignorancia y el miedo al desconocimiento como las principales causas de la resistencia frente a la educación sexual. Además, subraya la falta de preparación de los adultos para abordar estos temas, generalmente por culpa de la carencia de modelos y educación previa, lo que resulta en un déficit de herramientas a disposición de los padres y madres para educar a sus hijos en sexualidad. "Yo siempre veo la necesidad de informarnos para estar preparados, para resolver todas las cuestiones que nos puedan ir apareciendo en la crianza," destaca Esther.
En sintonía con la reflexión de la comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, Esther Calvo subraya que la educación sexual es un derecho humano esencial que debería ser impartido sin interferencias y adaptado a cada etapa evolutiva. No obstante, existen tensiones significativas reflejadas en prácticas como la censura parental en regiones como Murcia, que van en contra de los derechos humanos, ya que impiden a los menores el acceso a una educación de calidad en esta materia. "Va en contra de los derechos humanos, porque el derecho a la educación sexual es un derecho de todas y todos los menores," afirma Calvo.
La psicóloga y sexóloga alerta, además, sobre el peligro que el desconocimiento y la desinformación suponen para la juventud, que se ve reflejada en las alarmantes tasas de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual en países con una deficiente educación sexual.
Frente a un panorama donde el contenido pornográfico constituye la principal fuente de información sexual para muchos jóvenes, Esther Calvo considera fundamental asegurar la educación y modelos alternativos. "Están aumentando muchísimo las agresiones sexuales, precisamente por este aprendizaje que estamos haciendo encima de edades en las que ni siquiera estamos preparados para entender o para recibir información," advierte la especialista.
A pesar de las dificultades, hay avances positivos como el caso de Gales, donde se ha abolido la posibilidad de que los progenitores impidan la asistencia a clases de educación sexual, una decisión que apunta hacia la normalización de la misma como componente integral en el desarrollo saludable de niños y jóvenes.
Violada por un conocido cuando tenía 13 años
Nadie de su entorno conoce lo que le pasó. Ahora tiene 16 años, pero tenía 13 cuando la violaron. Era un conocido, cinco años mayor que ella. Después de lo ocurrido, el chico le pidió que no dijera nada y, además, ella se sentía culpable. No fue capaz de decir nada. Se convirtió en víctima y culpable. Además, él intenta hablar con ella a través de las redes sociales.
La víctima no ha podido decirlo en casa ni se plantea una denuncia, solo quiere olvidarlo, aunque es consciente que más adelante necesitará ayuda profesional.
Desde el anonimato, puede contar lo que pasó, para que no quede en el silencio. Y para plantear lo necesario que es que, en esta sociedad, se abra el diálogo y la enseñanza sobre la sexualidad. En todos los ámbitos, incluído el de la familia. Para que, si vuelve a suceder, la víctima no se sienta culpable y pueda denunciarlo y confiar en su entorno.
