Y llegó el día. Después de un verano de dudas y de estar pendientes de la evolución de la pandemia, los centros educativos de la región han abierto esta mañana sus puertas a sus principales inquilinos: los alumnos.
Con ellos también han recibido a unos padres y madres más preocupados de lo habitual. Algunos están tranquilos y confiados, otros asustados y la mayoría, si no todos, sabedores de que el riesgo cero es imposible.
El grado de incertidumbre varía según la localidad y las dimensiones del colegio e instituto. No es igual un centro con apenas 100 alumnos entre Infantil y Primaria como el colegio Virgen de la Luz de Alconchel, y otro que debe formar a cerca de 700 escolares y se ve obligado a desdoblar clases o establecer turnos de recreo, como le sucede al Castra Cecilia de la capital cacereña.
Seguridad y garantía
En lo que todos los centros coinciden es en el sentir de sus equipos directivos. Se ha hecho un trabajo ingente, a veces sin todos los medios necesarios o con recursos que llegan tarde, confiesan los docentes. Aún así, señalan que están preparados y que los aularios se han convertido en espacios seguros.
Como suele ocurrir en todos los comienzos de curso, la mayor ilusión la han puesto los escolares, deseosos de volver a ver a sus compañeros, de aprender de nuevo con sus profesores cerca y de que la vida diaria de antes se vaya imponiendo al bicho del coronavirus.
Los centros ultiman los preparativos para un regreso seguro