4 Julio 2022, 21:00
Actualizado 5 Julio 2022, 11:33


"Algún día, alguien se acordará de nosotras". Es uno de los más de 10.000 versos que Safo escribió hace ahora 28 siglos. Era poetisa y seguramente también, adivina, porque se habló de ella y mucho no solo en su tiempo, sino que su figura ha transitado a través de los siglos hacia la leyenda e incluso el mito para acabar llegando a nuestros días. Pero fue una mujer real y de una mujer real, hablarán las mujeres reales que han venido a Mérida para presentar la obra 'Safo'.

El elenco de la propuesta, coproducida por el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y el Teatre Romea y Grec Festival Barcelona 2022, lo componen exclusivamente mujeres. Irene Novoa, Juliane Heinemann, Lucía Bocanegra, Lucía Rey, María Pizarro, Natalia Huarte y Xerach Peñate son las musas que acompañarán a Christina Rosenvinge mientras ella se mete en la piel de la poetisa de Lesbos. La hispano-danesa cantará sus versos, lira y plectro ausentes, pero indie pop mediante, desde el miércoles 6 de julio hasta el domingo 10

Ritmo sáfico e indie y la voz de Christina Rosenvinge para cantar los versos de la poetisa de Lesbos

Rosenvinge es la directora musical de la obra. "Ha sido un deleite", ha confesado en la rueda de prensa. Promete respetar el ritmo sáfico que inventó la propia poetisa griega y que usó luego el mismísimo Bécquer. ("¿Qué es poesía? Dices, mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul. / ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?/... poesía eres tú"; así, con esta rítmica sonaría más o menos un verso de la autora griega.)

La hispano-danesa cantará los versos de la poetisa, lira y plectro ausentes (los que usaba Safo), pero indie pop mediante.

Y ha reivindicado que "Safo es el ejemplo de hasta dónde puede llegar el talento de una mujer cuando no se le ponen trabas". Quizá por eso ha alabado tanto el que tienen las otras dos creadoras que le acompañan en este viaje hacia Lesbos. La directora es Marta Pazos y la dramaturga, María Folguera. Entre las tres se han marcado un reto único: quieren rellenar los huecos vacíos de la obra de Safo y "respetar también las ausencias y los silencios". Porque de su poética erótica, que se presume extensísima, nos han llegado solo unos cuantos fragmentos. Muy pocos, es cierto, pero suficientes para entrever que eran reveladores y revolucionarios.

Una obra que conecta con el deseo sexual femenino y la ausencia de culpa como lo hizo Safo hace 28 siglos

"Es una poesía que conecta con el deseo sexual, con el placer, con lo cotidiano", ha subrayado Pazos, que dirigirá la batuta plástica de la obra. Siguiendo con el hilo de la explosión erótica que suponen los versos de Safo, la costurera que ha tejido los textos de la propuesta que veremos en Mérida, María Folguera, ha hilvanado la idea principal que se desplegará ante el público a partir del miércoles: "es una poesía ante la que una mujer de hoy en día se sorprende porque no hay restos de dolor ni de culpa.".

Porque así era Safo de Lesbos, de la que derivan la palabra lesbiana (aunque era bisexual) y la etimología de sáfico (ya hemos hablado antes de sus estrofas) y de la que ha derivado, sobre todo, el misterio acerca su figura. Era una mujer libre, que se atrevió a cantar su propio deseo sexual mientras otros narraban la épica Guerra de Troya.

Fue la primera que esculpió sus pulsiones eróticas a través de la lírica. Era el siglo VII a.C. cuando lo hizo y, desde entonces, se la ha tratado de libertina, institutriz, meretriz y de icono LGBTI.  Y se la ha traducido en todos los idiomas (las autoras de esta obra han manejado seis traducciones del griego al español)."Yo he recibido la bendición de Aurora Luque", ha explicado Rosenvinge, a la pregunta de Olga Yuso, de Canal Extremadura Radio, sobre cómo se había manejado para componer los temas.

De Safo han derivado muchas leyendas. De esta obra, sin embargo, todo apunta a que derivará una idea mucho más directa:  la de la primera mujer que cantó al sexo libre y al disfrute del placer, sin ser cuestionada por sus contemporáneos. Al contrario: la laurearon, cantaron, imitaron y pusieron su rostro en monedas. Indie pop para una libertad de hace 28 siglos, pero aún soñada por las mujeres en el siglo XXI.

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