La nueva norma, en vigor desde el 1 de enero, persigue reducir la cantidad de plásticos de un solo uso lo máximo posible. Con carácter general, se prohíbe el envasado de frutas y verduras frescas, que se tendrán que vender a granel cuando los lotes sean de menos de un kilo y medio.
Los defensores de este tipo de venta, como Rosa García, directora General de Rezero, aseguran que es una medida que reduce el desperdicio de alimentos porque "el consumidor sólo se lleva lo que necesite". Sin embargo, a su juicio, la norma contempla demasiadas excepciones, "según sea el tipo de producto, o si pertenece a una Denominación de Origen y al final se hace poco efectiva".
Reducir envases, una responsabilidad de todos
La industria asegura que los envases son útiles en muchos casos ya que alargan la vida del producto, preservan su higiene y hacen más fácil su transporte. Desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), María Martínez-Herrera, pone como ejemplo las cerezas extremeñas que, por su fragilidad, "se distribuyen mejor envasadas, como muchos otros tipos de frutas y verduras". Por ello, pide al Ministerio que elabore una lista más detallada de los productos que sí se pueden seguir comercializando de esta forma. Además, desde ASEDA apuntan que reducir el volumen de envases es una responsabilidad de todos, no sólo de los productores y distribuidores.
La nueva norma pretende reducir el uso de envases de plástico un 50 por ciento para 2026 y un 70 por ciento para 2030. Para desincentivar el empleo de plásticos se va a aplicar a la industria un impuesto de 45 céntimos por cada kilo de plástico de un sólo uso que emplee. Los establecimientos comerciales tienen hasta junio para adaptar sus espacios a la venta a granel.