Pillamos a Montse Amenós entre bambalinas y aguja en mano. "Con el aire este minitelón de atrás se nos mueve mucho y estaba intentando a ver cómo sujetarlo", nos explica. La escenógrafa y figurinista catalana vale para un roto y un 'descosío'. El teatro es así, dice encogiéndose de hombros. Al fin y al cabo la improvisación manda. Y da igual que haya que coger un dobladillo, que cambiar un suelo. "Veíamos con un suelo que nos dio mucho miedo lo que pudiera suceder con el calor porque era un suelo de goma pintado. Así que aquí en Mérida se ha pintado otro imitando el que teníamos."
En 'Golfus de Roma' todo el mundo canta, baila, toca, corre, salta, sale y entra de muchos sitios. Movimiento constante sobre la escena. De ahí la escenografía, porque el musical transcurre en tres casas "y estas tres casas las hemos convertido en tres elementos de transporte o de cobijo de una compañía: una jaula de animales, un contenedor que se convierte en vivienda y una rulot. Elementos que implican movimiento", apunta Amenós. El espectáculo está concebido desde el punto de vista del nomadismo de las compañías de teatro y circos itinerantes. Y el vestuario tiene toques de cabaret, de clown y guiños al comic. "Tiene muchísimo color. Y hay muchos cambios porque hay unos personajes que son los proteicos que hacen muchísimos papeles: de soldado, de esclavos, de ciudadanos... Y luego los actores."
Este 'Golfus de Roma' huye del hieratismo y la uniformidad clásica... Y cambia la túnica por la lentejuela.
