18 Diciembre 2021, 21:50
Actualizado 18 Diciembre 2021, 21:50

Tres familias extremeñas aún mantienen el duelo a sus desaparecidos. El caso más antiguo, es el de Francisca Cadenas, desaparecida en mayo de 2017 a 50 metros de su domicilio en Hornachos.

Según confesaba a Extremadura Noticias su hijo, Diego Meneses, cuando se cumplían cuatro años de su desaparición, "a medida que pasa el tiempo, la angustia va creciendo". Recordaba que "el primer año tenía la esperanza de que se resolviese; después llegó el segundo año, el tercero, el cuarto, y ahora me parece una utopía que se resuelva".

"Llevamos cuatro años sin saber nada de mi madre y a medida que pasa el tiempo, la angustia va incrementando"

Una angustia que también vive la familia de Rosalía Cáceres, de 76 años, desaparecida en Bohonal de Ibor en 2020. Y la de Hernán Elia Mosquera, de 67 años, visto por ultima vez en Don Benito en agosto de 2019. 

El duelo infinito

Sus casos ponen de manifiesto, que la desaparición de un ser querido es uno de los sucesos más terribles que le pueden ocurrir a una familia. "Es un duelo infinito", señala la psicóloga forense Ana Gutiérrez, "porque te debates en la incertidumbre de no saber que ocurrió, si está vivo o muerto tu familiar, con lo cual te niegas a empezar ese duelo, y no puedes hacer ese rito de despedida y eso es más difícil". A medida que pasa el tiempo los síntomas, explica, se cronifican, porque te niegas a creerlo y piensas que abandonar la búsqueda es decepcionar a tu familiar. 

"Es un duelo infinito porque te debates en la incertidumbre de no saber que ocurrió, si está vivo o muerto tu familiar, con lo cual te niegas a empezar ese duelo"

Un duelo, señala Gutiérrez, que tiene mayor impacto emocional cuando ese produce en municipios pequeños, porque todo el mundo se conoce y se identifica con los afectados. Por eso cuando se produce un fatal desenlace, como el de Pablo Sierra, es muy importante saber como actuar con la familia

La mejor forma de ayudarles y arroparles, aconseja, es respetar su intimidad, evitar recordarles en todo momento lo ocurrido y las frases vacías. "Con un abrazo, un apretón de manos, con un gesto a veces es suficiente, y da más calidez que cualquier palabra vacía".  

"Con un abrazo, un apretón de manos, con un gesto a veces es suficiente, y da más calidez que cualquier palabra vacía" 

Recuerda que las frases hechas, de consuelo, aunque se dicen con buena intención, a veces resultan muy duras para la familia que en esos momentos está intentando afrontar los hechos y el duelo.